ENCUENTRA TU ÁNGEL Y TU
DEMONIO,
NOVELA DE GABY VALLEJO
CANEDO
La novela Encuentra tu Ángel
y tu Demonio, de Gaby Vallejo Canedo (Cochabamba, Bolivia, 1941), es un libro
que seduce y deleita, porque contempla las distintas etapas por las que atraviesa
su protagonista, y porque no está contada desde la perspectiva docta del
psicoanalista, sino desde la pluma de una escritora que sabe anudar los cabos
sueltos de la realidad y la fantasía, sin más recursos que una imaginación
desbordante y un lenguaje sensual y efectivo.
Isaura, la protagonista,
decide reconstruir los registros dispersos de la memoria y contar la
apasionante historia de su vida, en primera instancia para sí misma, pero
consciente de que el destinatario final será su primo Luis Darío, a quien le
une un amor prohibido desde la infancia y un destino que nadie lo puede evitar,
porque el amor es más grande que los prejuicios sociales y más fuerte que todas
las razones del mundo. No en vano se aclara en la contratapa del libro: Las
sensaciones de todos los sentidos, preferentemente placenteros, son recuperados
por Isaura a través de la escritura. Se inicia en el momento en que la niña
sale del túnel materno a la vida, para coger por primera vez el pezón materno,
para ser atravesada por la palabra, el sabor, el sonido, la piel y por el
descubrimiento de las tentaciones eróticas de la infancia.
En efecto, Isaura, con la
sensibilidad que la caracteriza, empieza recordando las canciones de cuna, las
palabras mágicas, los príncipes encantados y los cuentos que estimularon su
fantasía. Y en medio de este caudal de recuerdos, atravesados por el vuelo de
los pájaros, la fragancia de las flores y las corrientes del río, está su primo
Luis Darío, cuya imagen parece acosarla hasta en los sueños, acariciándole las
piernas, los senos y los labios, como si de veras lo llevara grabado en la
retina de la memoria. Isaura, aunque siente un amor desmedido por él, vive con
el temor de volver a incurrir en una relación que no sólo está condenada al
fracaso y la frustración, sino también reñida con la conducta moral de una
sociedad conservadora, donde la relación carnal entre primos -como el adulterio
y la homosexualidad- es una actitud reprochable pero evidente.
Después se enfrenta a las
experiencias de la escuela, donde además de aprender a leer y escribir, se
asimilan los códigos ético-morales que inculcan los educadores de turno, como
ese viejo religioso que, invocando las palabras de Dios, advierte: ¡Jamás hay
que tocarse ni dejarse tocar aquellas partes íntimas del cuerpo! ¡Es pecado!,
¡¡¡Pecado!!! De modo que Isaura, sacudida en lo más íntimo de sus
cavilaciones, empieza a considerar que su cuerpo está tentado por el diablo y
que la relación amorosa con su primo es un pecado imperdonable, y que, por eso mismo,
está condenada a sufrir los castigos más crueles entre las llamas del infierno.
Sin embargo, años
después, cuando Isaura vuelve a ser tocada por su primo Luis Darío, acepta las
vibraciones de un amor que transgrede la ley divina y, como rebelándose contra
la filípica del profesor-cura, se dice a sí misma: Yo intuyo que hemos rozado
el borde de algo pecaminoso, no permitido, cuyo gusto y peligro está allí, sin
palabra, hablando por sí solo. Algo distinto a lo que los dos hemos sentido
hasta ahora. Yo tengo nueve años. Él…dieciocho. A los nueve años descubro que
los cuerpos, juntos, rozándose, tienen un terrible poder de atracción. Yo no
quería que Luis Darío se apartara de mí. Esa fuerza nos estaba juntando.
Todavía seducida por ese algo desconocido que quiere moverme de la cama.
Todavía se abre aquello dulcemente, entre mis piernas. No me importa lo que
quiso borrar el cura de mi cabeza, con las imágenes del infierno: gozo a Luis
Darío y al deseo de juntarme a su cuerpo (pág. 37-38).
No cabe duda, Gaby
Vallejo nos plantea, con inteligencia y destreza narrativa, un tema tabú cuyo
erotismo es una sutil sugerencia que no entorpece el texto ni el contexto de la
obra, sobretodo cuando describe las emociones del alma y las sensaciones del
cuerpo, con una armonía que fluye a través del mínimo espacio que separa entre
el discurso narrativo y la lectura atenta del lector, quien, desde el instante
en que está inmerso en el texto escrito en tiempo presente, siente que la trama
de la historia transcurre aquí y ahora.
No se puede negar que
esta obra, por el mismo tratamiento del tema, poco frecuente en la literatura
boliviana, será motivo de controversias y hará fruncir el ceño a más de un
lector, así la autora se esmere en aclarar que el amor de una niña de nueve
años por un hombre de diecinueve, más que ser una aberración depravada de los
sentidos, es un modo de someter a prueba uno de los instintos más fuertes de la
condición humana.
La novela, al estilo de
García Márquez e Isabel Allende, nos presenta situaciones y cuadros
descriptivos que van más allá de la lógica y la realidad, sobretodo cuando
Isaura adquiere poderes mentales o trascendentales, que la permiten
transportarse como por arte de magia de un sitio a otro, o cuando el espíritu
de su difunta hermana se le aparece entre ensueños, anunciándole que, al
cumplir los cincuenta años de edad, volverá a los brazos de su primo Luis
Darío. Así de fácil, Isaura, a poco de salir de un matrimonio de conveniencia,
que la convierte en una “insípida dueña de casa”, vuelve a juntarse con su
primo Luis Darío, el amor más grande de su vida y el final de su destino.
Por las páginas de Descubre tu Ángel y tu Demonio desfilan también una serie de personajes
típicos y pintorescos del ámbito rural y urbano, como doña Rosalía, la vecina
que vende golosinas en su tienda de caramelos; el loco que vive en la casa de
la hacienda, pegando los recortes de los periódicos en las paredes de su
habitación; doña Celestina y su sobrino Porfirio, un adolescente con quien
Isaura mantiene una relación efímera, que no pasa más allá de los tímidos besos
y los paseos por la Alameda, mientras en el Chaco estalla la guerra contra la
hermana república del Paraguay; el capitán Galindo, que evita la ejecución de
Luis Darío en plena línea de fuego; el médico cochabambino que corteja a Isaura
detrás del biombo mientras al otro lado yace moribundo su marido; el viejo
Mariano y la vieja María, quien, por ser la sirvienta más antigua en la casa de
los Paz, conoce los recovecos de esta historia compleja y fascinante, que
empieza como un juego inocente y termina como un detonante familiar.
Gaby Vallejo, con esta
crónica que hace hincapié en las aventuras amorosas de una niña precoz, se
aleja de su temática de carácter social, que caracteriza a sus anteriores
novelas: Los vulnerables (1973), La sierpe empieza en cola (1991) e !Hijo de opa! (1977), que mereció el
Premio Nacional Erich Guttentag y posteriormente sirvió de guión a la
película Los Hermanos Cartagena. Se tratan de novelas que, escritas con
coraje civil y conocimiento de causa, han contribuido a denunciar las
injusticias sociales y a testimoniar las tragedias de un país asolado por las
dictaduras militares, el despotismo institucional y la violación a los Derechos
Humanos. Asimismo, en su condición de educadora y docente investigadora en la
Facultad de Humanidades de la Universidad Mayor de San Simón, en Cochabamba, es
autora de varios libros dedicados a los jóvenes y niños, entre los que
destacan: Juvenal Nina (1981), Detrás de los sueños (1987), Mi primo es mi
papá (1989) y Si o no, así de fácil. De otro lado, aparte de ser miembro de
la Academia Boliviana de la Lengua, es directora de la revista juvenil Chócale y directora de Teluria, revista del comité de Mujeres Escritoras
del PEN Club Internacional.
Claro está que Gaby
Vallejo, al igual que otras intelectuales cochabambinas, sigue el ejemplo de la
insigne escritora Adela Zamudio (1854-1928), quien abogó por los derechos de la
mujer y se enfrentó contra los cánones de la sociedad patriarcal, que impuso
leyes para recluirla entre las cuatro paredes del hogar, sin darle otras
opciones para realizarse en el plano social y cultural. No obstante, a pesar de
los prejuicios y la discriminación, son varias ya las mujeres bolivianas que,
gracias a un esfuerzo personal y méritos propios, se han destacado tanto en el
mundo político como artístico. La prueba está en la Antología del cuento
boliviano femenino (1997), elaborada por Manuel Vargas y publicada por la
editorial Los Amigos del Libro; una excelente compilación de textos que dan una
pauta de los temas y las técnicas narrativas que son afines a las escritoras
bolivianas contemporáneas.
Gaby Vallejo, que destaca
por su prolífica labor literaria entre esta pléyade de mujeres que han decidido
romper con los atavismos de una cultura que las sujeta de pies y manos, no
escribe como un hombre ni es una mujer de pelo en pecho, como dijeran
irónicamente algunos de sus críticos, sino una mujer audaz en el panorama de la
literatura boliviana, una mujer que escribe con la pasión del alma, derribando
las vallas que separan a la literatura femenina de la masculina, que, por lo
demás, es una imposición arbitraria de un sistema que tiende a mantener a raya
la potencialidad creativa de la mujer, por el temor a que los hombres pierdan
sus privilegios y posiciones de dominio.
Encuentra tu Ángel y tu
Demonio (1998), sin resquicios para la duda, es un buen ejemplo de la actual
narrativa boliviana, donde varios de los escritores, libres de prejuicios
sociales y tabúes sexuales, están recreando temas eróticos que hasta hace poco
eran censurados por la moral religiosa y la doble-moral de las instituciones
culturales, al menos, si las obras estaban escritas por mujeres. Mas ahora que
parecen soplar los vientos de la modernidad, las mujeres se han lanzado a
revelar su ángel y su demonio, con una lucidez que se aprecia en la nueva
novela de Gaby Vallejo, quien vive abrazada a la ilusión de escribir algunas
obras más en este nuevo milenio.
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