lunes, 17 de febrero de 2014

ENCUENTRA TU ÁNGEL Y TU DEMONIO,
NOVELA DE GABY VALLEJO CANEDO

La novela Encuentra tu Ángel y tu Demonio, de Gaby Vallejo Canedo (Cochabamba, Bolivia, 1941), es un libro que seduce y deleita, porque contempla las distintas etapas por las que atraviesa su protagonista, y porque no está contada desde la perspectiva docta del psicoanalista, sino desde la pluma de una escritora que sabe anudar los cabos sueltos de la realidad y la fantasía, sin más recursos que una imaginación desbordante y un lenguaje sensual y efectivo.

Isaura, la protagonista, decide reconstruir los registros dispersos de la memoria y contar la apasionante historia de su vida, en primera instancia para sí misma, pero consciente de que el destinatario final será su primo Luis Darío, a quien le une un amor prohibido desde la infancia y un destino que nadie lo puede evitar, porque el amor es más grande que los prejuicios sociales y más fuerte que todas las razones del mundo. No en vano se aclara en la contratapa del libro: Las sensaciones de todos los sentidos, preferentemente placenteros, son recuperados por Isaura a través de la escritura. Se inicia en el momento en que la niña sale del túnel materno a la vida, para coger por primera vez el pezón materno, para ser atravesada por la palabra, el sabor, el sonido, la piel y por el descubrimiento de las tentaciones eróticas de la infancia.

En efecto, Isaura, con la sensibilidad que la caracteriza, empieza recordando las canciones de cuna, las palabras mágicas, los príncipes encantados y los cuentos que estimularon su fantasía. Y en medio de este caudal de recuerdos, atravesados por el vuelo de los pájaros, la fragancia de las flores y las corrientes del río, está su primo Luis Darío, cuya imagen parece acosarla hasta en los sueños, acariciándole las piernas, los senos y los labios, como si de veras lo llevara grabado en la retina de la memoria. Isaura, aunque siente un amor desmedido por él, vive con el temor de volver a incurrir en una relación que no sólo está condenada al fracaso y la frustración, sino también reñida con la conducta moral de una sociedad conservadora, donde la relación carnal entre primos -como el adulterio y la homosexualidad- es una actitud reprochable pero evidente.

Después se enfrenta a las experiencias de la escuela, donde además de aprender a leer y escribir, se asimilan los códigos ético-morales que inculcan los educadores de turno, como ese viejo religioso que, invocando las palabras de Dios, advierte: ¡Jamás hay que tocarse ni dejarse tocar aquellas partes íntimas del cuerpo! ¡Es pecado!, ¡¡¡Pecado!!! De modo que Isaura, sacudida en lo más íntimo de sus cavilaciones, empieza a considerar que su cuerpo está tentado por el diablo y que la relación amorosa con su primo es un pecado imperdonable, y que, por eso mismo, está condenada a sufrir los castigos más crueles entre las llamas del infierno.

Sin embargo, años después, cuando Isaura vuelve a ser tocada por su primo Luis Darío, acepta las vibraciones de un amor que transgrede la ley divina y, como rebelándose contra la filípica del profesor-cura, se dice a sí misma: Yo intuyo que hemos rozado el borde de algo pecaminoso, no permitido, cuyo gusto y peligro está allí, sin palabra, hablando por sí solo. Algo distinto a lo que los dos hemos sentido hasta ahora. Yo tengo nueve años. Él…dieciocho. A los nueve años descubro que los cuerpos, juntos, rozándose, tienen un terrible poder de atracción. Yo no quería que Luis Darío se apartara de mí. Esa fuerza nos estaba juntando. Todavía seducida por ese algo desconocido que quiere moverme de la cama. Todavía se abre aquello dulcemente, entre mis piernas. No me importa lo que quiso borrar el cura de mi cabeza, con las imágenes del infierno: gozo a Luis Darío y al deseo de juntarme a su cuerpo (pág. 37-38).

No cabe duda, Gaby Vallejo nos plantea, con inteligencia y destreza narrativa, un tema tabú cuyo erotismo es una sutil sugerencia que no entorpece el texto ni el contexto de la obra, sobretodo cuando describe las emociones del alma y las sensaciones del cuerpo, con una armonía que fluye a través del mínimo espacio que separa entre el discurso narrativo y la lectura atenta del lector, quien, desde el instante en que está inmerso en el texto escrito en tiempo presente, siente que la trama de la historia transcurre aquí y ahora.

No se puede negar que esta obra, por el mismo tratamiento del tema, poco frecuente en la literatura boliviana, será motivo de controversias y hará fruncir el ceño a más de un lector, así la autora se esmere en aclarar que el amor de una niña de nueve años por un hombre de diecinueve, más que ser una aberración depravada de los sentidos, es un modo de someter a prueba uno de los instintos más fuertes de la condición humana.

La novela, al estilo de García Márquez e Isabel Allende, nos presenta situaciones y cuadros descriptivos que van más allá de la lógica y la realidad, sobretodo cuando Isaura adquiere poderes mentales o trascendentales, que la permiten transportarse como por arte de magia de un sitio a otro, o cuando el espíritu de su difunta hermana se le aparece entre ensueños, anunciándole que, al cumplir los cincuenta años de edad, volverá a los brazos de su primo Luis Darío. Así de fácil, Isaura, a poco de salir de un matrimonio de conveniencia, que la convierte en una “insípida dueña de casa”, vuelve a juntarse con su primo Luis Darío, el amor más grande de su vida y el final de su destino.

Por las páginas de Descubre tu Ángel y tu Demonio desfilan también una serie de personajes típicos y pintorescos del ámbito rural y urbano, como doña Rosalía, la vecina que vende golosinas en su tienda de caramelos; el loco que vive en la casa de la hacienda, pegando los recortes de los periódicos en las paredes de su habitación; doña Celestina y su sobrino Porfirio, un adolescente con quien Isaura mantiene una relación efímera, que no pasa más allá de los tímidos besos y los paseos por la Alameda, mientras en el Chaco estalla la guerra contra la hermana república del Paraguay; el capitán Galindo, que evita la ejecución de Luis Darío en plena línea de fuego; el médico cochabambino que corteja a Isaura detrás del biombo mientras al otro lado yace moribundo su marido; el viejo Mariano y la vieja María, quien, por ser la sirvienta más antigua en la casa de los Paz, conoce los recovecos de esta historia compleja y fascinante, que empieza como un juego inocente y termina como un detonante familiar.

Gaby Vallejo, con esta crónica que hace hincapié en las aventuras amorosas de una niña precoz, se aleja de su temática de carácter social, que caracteriza a sus anteriores novelas: Los vulnerables (1973), La sierpe empieza en cola (1991)  e !Hijo de opa! (1977), que mereció el Premio Nacional Erich Guttentag y posteriormente sirvió de guión a la película Los Hermanos Cartagena. Se tratan de novelas que, escritas con coraje civil y conocimiento de causa, han contribuido a denunciar las injusticias sociales y a testimoniar las tragedias de un país asolado por las dictaduras militares, el despotismo institucional y la violación a los Derechos Humanos. Asimismo, en su condición de educadora y docente investigadora en la Facultad de Humanidades de la Universidad Mayor de San Simón, en Cochabamba, es autora de varios libros dedicados a los jóvenes y niños, entre los que destacan: Juvenal Nina (1981), Detrás de los sueños (1987), Mi primo es mi papá (1989) y Si o no, así de fácil. De otro lado, aparte de ser miembro de la Academia Boliviana de la Lengua, es directora de la revista juvenil Chócale y directora de Teluria, revista del comité de Mujeres Escritoras del PEN Club Internacional.

Claro está que Gaby Vallejo, al igual que otras intelectuales cochabambinas, sigue el ejemplo de la insigne escritora Adela Zamudio (1854-1928), quien abogó por los derechos de la mujer y se enfrentó contra los cánones de la sociedad patriarcal, que impuso leyes para recluirla entre las cuatro paredes del hogar, sin darle otras opciones para realizarse en el plano social y cultural. No obstante, a pesar de los prejuicios y la discriminación, son varias ya las mujeres bolivianas que, gracias a un esfuerzo personal y méritos propios, se han destacado tanto en el mundo político como artístico. La prueba está en la Antología del cuento boliviano femenino (1997), elaborada por Manuel Vargas y publicada por la editorial Los Amigos del Libro; una excelente compilación de textos que dan una pauta de los temas y las técnicas narrativas que son afines a las escritoras bolivianas contemporáneas.

Gaby Vallejo, que destaca por su prolífica labor literaria entre esta pléyade de mujeres que han decidido romper con los atavismos de una cultura que las sujeta de pies y manos, no escribe como un hombre ni es una mujer de pelo en pecho, como dijeran irónicamente algunos de sus críticos, sino una mujer audaz en el panorama de la literatura boliviana, una mujer que escribe con la pasión del alma, derribando las vallas que separan a la literatura femenina de la masculina, que, por lo demás, es una imposición arbitraria de un sistema que tiende a mantener a raya la potencialidad creativa de la mujer, por el temor a que los hombres pierdan sus privilegios y posiciones de dominio.

Encuentra tu Ángel y tu Demonio (1998), sin resquicios para la duda, es un buen ejemplo de la actual narrativa boliviana, donde varios de los escritores, libres de prejuicios sociales y tabúes sexuales, están recreando temas eróticos que hasta hace poco eran censurados por la moral religiosa y la doble-moral de las instituciones culturales, al menos, si las obras estaban escritas por mujeres. Mas ahora que parecen soplar los vientos de la modernidad, las mujeres se han lanzado a revelar su ángel y su demonio, con una lucidez que se aprecia en la nueva novela de Gaby Vallejo, quien vive abrazada a la ilusión de escribir algunas obras más en este nuevo milenio.

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