HUGO MOLINA VIAÑA,
EL ETERNO POETA DE LOS NIÑOS
Hugo
Molina Viaña (Oruro, 10 de octubre de 1931 – La Paz, 13 de noviembre de 1988). Profesor y
escritor de literatura infantil. Egresó de la Escuela Nacional de Maestros de
Sucre y prosiguió estudios de especialización en Venezuela y Costa Rica.
Trabajó en las escuelas de Oruro, La Paz y en varios distritos mineros, donde
publicó boletines literarios que tuvieron una amplia recepción.
Se
desempeñó como libretista en la radio de la Universidad Técnica de Oruro y
ejerció como empleado público en el Departamento Nacional de Currículum del
Ministerio de Educación (1969-1987). Fue uno de los organizadores de la segunda
generación del Grupo Literario Gesta Bárbara, co-fundador del Comité Nacional
de Literatura Infantil, presidente de la sección boliviana de la Organización
Internacional para el Libro Infantil y Juvenil (IBBY), colaborador de varias
publicaciones internacionales y nacionales, como Presencia Literaria y GOYI,
suplemento estudiantil del diario Hoy.
A
lo largo de su vida asistió, como invitado especial, a Congresos, Encuentros y
Seminarios de escritores de Literatura Infantil y Juvenil. Obtuvo, asimismo,
merecidos reconocimientos, como el Premio Literario de la Escuela Nacional de
Maestros (1948), Nacional de Literatura Minera-Comibol (1964), Nacional de
Poesía de la Universidad Técnica de Oruro (1965), Juegos Florales Leonísticos
Nacionales (Comité de Damas Club de Leones, Oruro, 1967), Premio Internacional Hans Cristian Andersen de IBBY por sus obras Vicuncela (1978)
y El Duende y la marioneta (1982).
Este poeta de espíritu soñador, que siendo adulto sentía y pensaba como niño,
no sólo defendió los derechos de la infancia, sino que consagró su vida a la
creación de una literatura que atrapara el mundo fantástico de aquellos
pequeños lectores que le tocaban como tiernas aves su corazón. No en vano
escribió una brillante obra por y para los niños, consciente de que uno de los
alimentos espirituales para ellos era la poesía y la narrativa, que llegaba con
fulgor y ternura a lo más profundo del espíritu infantil.
La revista nacional Educación, evocando las
fibras más sensibles del poeta eterno de los niños, señala en uno de sus
números: Los niños se apoderan en forma inmediata y con agrado de su poesía,
porque las cualidades que encierra se integran con naturalidad a los intereses
del mundo infantil. Así, Molina Viaña es el poeta militante que le hacía falta
a la niñez boliviana, él escribe para los niños sin importarle la opinión que
puedan tener los adultos sobre su poesía que, como don espiritual, se desliza
secretamente entre él y los niños.
En
su abundante poesía, llena de sabiduría, simbología y metáforas sencillas,
destacan las composiciones dedicadas a la meseta andina, donde el autor vivió
desde su infancia, soñando con los vegetales y animales de su entorno. De este
modo nació su poemario Martín Arenales, desde cuyas páginas –en las cuales
desfilan, en finos versos, los animales más comunes de nuestra geografía- lanza
un mensaje pedagógico para la protección y conservación de la fauna boliviana,
como la del quirquincho (armadillo), animal típico de los arenales de Oruro.
Hugo Molina
Viaña, al igual que Óscar Alfaro, dedicó su vida y obra a los pequeños
lectores, desde el instante en que se preocupó, en su condición de educador
nato, por el futuro de la niñez, que se merece la atención de las autoridades
gubernamentales, pero también de los profesores y padres de familia, ya que en
la población infantil están los cimientos del futuro de la nación. Tampoco se
cansó de fustigarles a los maestros con certeras palabras: Educadores de Bolivia, escuchad el latido de
los poetas para que ellos contribuyan a la educación del gusto estético de la
Escuela, porque de ellos es el reino de la infancia (…) Es imprescindible
subrayar que la poesía formará el alma del niño en su educación ética y
estética, contribuyendo al desarrollo de una personalidad. La poesía nutre su
vida espiritual y de relación. La creación en el niño está a flor de piel. Crea
en sus sueños. Crea en sus juegos. Crea en su propio lenguaje, maneja la sílaba
y la palabra con su interés lúdico.
No está por demás sugerir que sus libros El Duende y
la marioneta y Martín Arenales, que explayan una hermosa prosa lírica, deben
ser leídos por los niños de Bolivia, como tampoco está por demás recordar que
alguna institución cultural se haga cargo de editar su ensayo La Escuela de Negro Pabellón, en
el cual plantea la necesidad de aplicar una pedagogía del amor en cada escuela
donde reina la amargura y el dolor.
Asimismo, es oportuno señalar que
su hijo Gonzalo Molina Echeverría, quien
trabaja como archivista e
investigador en la Biblioteca y Archivo Histórico de
la Asamblea Legislativa Plurinacional de Bolivia, con sede en la ciudad de La
Paz, está preparando una bibliografía completa y una biografía de Hugo Molina
Viana, cuya figura cimera en las letras orureñas es digna de ser destacada en
todos los ámbitos culturales de la ciudad que lo vio nacer. Esperemos que las
instancias pertinentes apoyen la edición de la biografía y que las autoridades
edilicias, por medio del Honorable Concejo Municipal, determinen perpetuar su
nombre con una calle, una plaza, un establecimiento educativo o una institución
cultural; es lo menos que se puede hacer para rendirle un justo homenaje a este
escritor que dedicó su vida a la educación boliviana y su talento a la
literatura infantil.
Apuntes bibliográficos
Poesía: Palacio del
Alba (1955); Lucero
de Seda (1956); Martín Arenales (1963), Bonquis y sus Canciones (1965); Ratonela (1974);
Viajeros del espejo (2007); Martín
Pescador (2007); Pilicitu Pilinín (2008); Poemas para
llevar en la mochila (2010); El Duende y la Marioneta (1970); Vicuncela
(1977); El País de Nunca Jamás. Expomágica (1979, 1981
Catálogo: ilustraciones de Marcelo Arduz Ruiz); La Niña de la Glorieta (1987); El Reino de
Nomeolvides (2007). Cuento: Ratonciélago
y otros cuentos (2008); El diario de un gato (2008); El quirquincho
y su caparazón (2008); El quirquincho Bolita y otros cuentos (2010).
Ensayo: La Poesía,
los niños y su mundo (1969). Antología: El Mundo del Niño Poemas I (1968); Selección del cuento boliviano para niños (1969); Breve
Antología de la Poesía Infantil de la Región Andina (1974); Adivina..., adivinador (1987).
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