HÉCTOR BORDA LEAÑO, EL
POETA SOCIAL DE BOLIVIA
Héctor Borda Leaño,
autor de los libros premiados El sapo y la
serpiente (1965), La Challa (1967) y Con
rabiosa alegría (1970),
era un indiscutible defensor de la justicia social y los recursos naturales, y,
aunque en su juventud militó en la Falange Socialista Boliviana (FSB) de Óscar Únzaga
de la Vega, en su edad madura asumió como suyos los ideales del socialismo
marxista. No en vano, después de haber sufrido varias veces la persecución y el
exilio, pasó a militar en las filas del Partido Socialista Uno (PS-1), fundado
por Marcelo Quiroga Santa Cruz en mayo de 1971.
La poesía social
boliviana
Su larga trayectoria como
político y poeta está avalada por quienes lo conocieron desde sus años mozos en
Oruro, la ciudad donde nació y se proyectó como una de las figuras señeras de la poesía social de
Bolivia, junto a Alcira Cardona Torrico, Alberto Guerra Gutiérrez y Jorge
Calvimontes y Calvimontes. A mediados de los años 1940,
se integró a la segunda generación del movimiento literario Gesta Bárbara, constituido por
escritores e intelectuales inspirados por el simbolismo brutal y el compromiso
social en el ámbito literario.
Amistad con Marcelo Quiroga Santa Cruz
Nunca olvidó su estrecha
relación con el líder socialista, a quien admiraba y respetaba como a nadie en
el panorama latinoamericano, no sólo porque lo impresionó, desde la primera vez
que lo conoció, con su aguda inteligencia y su impecable retórica, sino también
porque le impactó, en una casual tertulia de amigos, con sus versados conocimientos
en poesía nacional e internacional. Todo esto me lo contó el mismo Borda Leaño,
mirándome a través de sus lentes con el brillo de sus enormes ojos, apenas
abordamos la vida política y el quehacer literario de Marcelo Quiroga Santa
Cruz, quien fuera una de las figuras emblemáticas en la recuperación de la
democracia secuestrada por las dictaduras militares y una de las mentes más
brillante de la intelectualidad boliviana.
Durante el periodo de
la recuperación de la democracia y cuando el Partido Socialista Uno (PS-1) perdió
a su histórico líder, quien fue asesinado y desaparecido en el golpe militar
del 17 de julio de 1980, Héctor Borda Leaño, que por entonces se encontraba en
Suecia, acudió a la convocatoria del PS-1 para ejercer como Senador de la
república entre 1982 y 1985, aunque ya una década antes se había desempeñado
como Diputado en la cámara baja del parlamento.
Encuentro de escritores en Estocolmo
Lo traté de cerca
durante la realización del Primer Encuentro de Poetas y Narradores Bolivianos
en Suecia, que se realizó en Estocolmo, a mediados de septiembre de 1991; ocasión
que permitió conocernos mejor, conversar sobre temas de interés común y, sobre
todo, ahondar en una entrañable amistad, que mantuvimos desde entonces por
correo y llamadas telefónicas.
Recuerdo que la tarde que visitamos las instalaciones de la Sociedad de Escritores Suecos, nos detuvimos en el patio de la entrada y, decididos a aprovechar el sol que caía con todo su esplendor, nos acomodamos en un sitio para beber unas cervezas enlatadas y conversar a mandíbula suelta. Héctor Borda Leaño y Alberto Guerra Gutiérrez, que fueron contertulios desde la juventud, recordaron las veces en que, durante los gobierno de Víctor Paz Estenssoro y René Barrientos Ortuño, leían poesías subversivas en locales clandestinos, donde algunos mineros, con fusiles al hombro, hacían de centinelas en la puerta.
La poesía como arma de rebelión
Héctor Borda Leaño,
alisándose los mostachos y arreglándose la visera de su gorra, afirmaba que las
poesías no conocen barrotes que la encierren ni balas que la maten, porque son
como las aves que vuelan más mientras más se las quiere atrapar. Alberto Guerra
Gutiérrez, a tiempo de encender un Astoria que se llevó en una cigarrera desde
Oruro, asentía con la cabeza, como coincidiendo con las palabras de su dilecto
amigo y, mientras echaba bocanadas de humo, añadía que la poesía servía también
como arma de rebelión en tiempos de dictadura; una definición que ponía de
manifiesto el compromiso social asumido por estos dos poetas identificados con
las luchas y aspiraciones de su pueblo.
Su retorno a Bolivia
Después supe que él,
tras la muerte de su esposa, acaecida en la ciudad sureña de Malmoe, retornó a
Bolivia, con las cenizas de su eterna y amada compañera, quien, desde el día en
que decidieron formar una familia, lo acompañó en las buenas y en las malas, en
los periplos del exilio y hasta en los momentos en que juntaban sus almas enamoradas
al son de la música y las palabras, porque mientras Héctor Borda Leaño leía sus
versos, luciéndose con su templada voz de presentador radial, su esposa le acompañaba
con una música de fondo, arrancándole a la zampoña sus mejores melodías.
Este importante vate de
la poesía social boliviana, que escribió hermosos versos dedicados a los
mineros, los mitos, las leyendas y las tradiciones ancestrales, no dejó de
cultivar una poesía sentimental y romántica, como la que plasmó en Poemas
para una mujer de noviembre que, sin
lugar a dudas, revela las virtudes, el amor y coraje de su señora esposa, quien
no alcanzó a conocer la edición de esta obra, que fue publicada recién en 2013.
La prensa nacional, leída casi siempre en su versión digital y a través de la Red de Internet, me dio una grata noticia el día en que el Estado boliviano, en reconocimiento a su larga y meritoria trayectoria, le otorgó la Medalla al Mérito Cultural Marina Núñez del Prado en 2010, junto al escritor Jesús Urzagasti y el poeta Antonio Terán Cabero, puesto que se trataba de una distinción merecida para cualquier trabajador de la cultura, sea éste cultor de las artes, la música o las letras.
La publicación de sus
obras
Mayor fue mi alegría cuando
supe que sus creaciones, reunidas en Poemas desbandados (1997)
y Las claves del comandante (1998),
fueron publicadas en Bolivia; dos poemarios que, en su gran mayoría, fueron escritos
durante su estadía en Argentina y
Suecia; dos poemarios que, como todos sus libros, demoraron en elaborarse en su
mente, en salir de su tintero y en llegar a manos de los lectores, puesto que Héctor
Borda Leaño correspondía a esa categoría de autores que escriben con paciencia,
dedicación y gran sentido autocrítico, convencidos de que escribir buenos
versos no es lo mismo que fabricar chorizos; por cuanto el poeta, sobre todo el
verdadero poeta, hecho de hipersensibilidades e intuiciones lingüísticas, es
capaz de trabajar con el lenguaje coloquial, pero también con el lenguaje que
juega con las metáforas, las figuras de dicción y la prosodia
de las palabras; recursos propios del género más exigente de la
literatura, donde la belleza del poema depende de la sensibilidad y experiencia
escritural del artista de la palabra escrita.
Otra vez rumbo a Suecia
Tiempo antes de que yo
retornara a Bolivia, Héctor Borda Leaño hizo maletas y, apoyándose en el bastón
que adquirió en La Paz, abordó un avión con destino a Suecia, probablemente
porque este país escandinavo, que lo recibió con los brazos abiertos y solidarios
cuando se asiló en 1977, y donde disfrutaba del cariño de amigos y conocidos,
lo atrajo otra vez con sus encantos, su buena atención médica, su seguridad
social y, claro está, porque en esas tierras de Odín, a cuyas sagas mitológicas
Ricardo Jaimes Freyre le dedicó todo un libro en versos libres, residían sus
hijos y nietos, junto a quienes exhaló el último suspiro de su vida; una vida
que Héctor Borda Leaño la vivió con la pasión, la sabiduría y la intensidad
propia de los grandes poetas.
Una entrevista
inconclusa
Cierto día recibí una
llamada telefónica del desaparecido político y poeta boliviano Héctor Borda
Leaño (Oruro, 1927 – Malmoe, Suecia 2022); quien, luego de haber leído en Presencia
Literaria una entrevista que le hice al poeta Pedro Shimose, en septiembre
de 1991, me pidió entrevistarlo porque -según me manifestó con voz firme y
lucidez intelectual-, tenía muchas cosas que decir respecto a la Celebración de
los 500 años del llamado descubrimiento de América y, sobre todo, en torno a
las verdades y mentiras de la literaria boliviana.
Yo accedí al pedido y,
sin darle más vueltas al asunto, preparé un glosario de preguntas, no sé si
buenas o malas, y se las envié por correo, puesto que yo no disponía de tiempo
para visitarlo en su casa, ubicada en la sureña ciudad de Malmoe, y menos para
entrevistarlo en directo. De modo que, desde entonces, me quedé esperando sus
respuestas, con la ilusión de que sus ideas y sus experiencias echaran algunas
luces sobre las tinieblas de la literatura boliviana.
Ahora que la prensa me
trajo la escueta pero infausta noticia de su receso, acaecida en ese país portátil, poético e imaginario,
que él cargaba en el bolsillo por donde iba, no tengo otro consuelo que quedarme
con una entrevista inconclusa, cuyas preguntas eran las siguientes:
Los orígenes
1. ¿Dónde y en qué
circunstancias transcurrió su infancia y su juventud?
2. ¿Cómo recuerda sus
años de estudiante?
3. ¿Qué experiencias
positivas puede rescatar del trabajo que desempeñó en los centros mineros,
donde trabajó en el interior mina y, a la vez, como locutor de radio?
Actividad política y
exilio
4. ¿Cómo explica su
incursión en las filas de Falange Socialista Boliviana y su posterior
transición hacia al Partido Socialista Uno, organización de la que fue uno de
los co-fundadores junto a Marcelo Quiroga Santa Cruz?
5. ¿Cuántas veces y en
qué países vivió exiliado?
6. ¿Qué nos puede
contar de sus años como Senador de la República de Bolivia?
7. ¿Cuál es la opinión
que le merece la personalidad política y literaria de Marcelo Quiroga?
Itinerario poético
8. ¿Cuáles son las
causas que le motivaron a cultivar la poesía?
9. ¿Considera que es
correcto decir que Ud. es uno de los poetas sociales más visibles en Bolivia,
después de Alcira Cardona? De no ser así, ¿qué opinión le merece esta
afirmación?
10. ¿Cree que es
necesario que el escritor esté comprometido con los acontecimientos
socio-políticos de su tiempo. Es decir, que el escritor sea un portavoz de una
corriente política determinada?
11. ¿Es correcto que
la crítica literaria en Bolivia lo ubique dentro de la segunda generación de Gesta Bárbara? En cualquier caso, ¿qué
opina de los poetas de dicha generación?
12. ¿Es justo decir en su caso que el político
mató al poeta; por una parte, debido a que la actividad política le resto
tiempo en la escritura y, por otra, debido a que son ya varios años que no ha
vuelto a publicar una nueva obra?
13. ¿Qué proyectos
tiene en materia literaria para el futuro. Sé que tiene inédito un diccionario
quechua-inglés y varios poemarios?
14. Por último,
¿Cuáles son sus tres tesis fundamentales respecto a la celebración del llamado V Centenario del Descubrimiento de América?
Imágenes:
1. Héctor Borda Leaño.
2. Movimiento Cultural
Prisma. Héctor Borda Leaño (sentado, der.).
3. Encuentro de
escritores bolivianos en Estocolmo, 1991. Héctor Borda de pie, derecha.
4. Víctor Montoya,
Héctor Borda Leaño y Alberto Guerra.
5. Héctor Borda Leaño,
uno de los poetas sociales de Bolivia.
6- La challa, uno de
los primeros poemarios de Héctor Borda Leaño.