UNA ANTOLOGÍA SOBRE MINAS Y MINEROS
El 14 de octubre se presentó la antología La
narrativa minera peruano-boliviana, en el marco de la XIV Feria
Internacional del Libro de Cochabamba. La antología, publicada bajo el sello
del Grupo Editorial Kipus, está a la venta en sus sucursales distribuidas a
nivel nacional, en las Ferias de Libros y librerías oficiales a nivel
internacional. Se puede también adquirir por medio de la página oficial: www.editorialkipus.com o
escribiendo al E-mail: ventas@editorialkipus.com
La antología de la narrativa minera de dos países
hermanos, que comparten una misma historia y un mismo destino, marca un hito
sin precedentes en el contexto de la literatura hispanoamericana. Los
compiladores, Roberto Rosario Vidal (Lima, 1948) y Víctor Montoya (La Paz,
1958), reconocidos escritores de cuentos y novelas de ambiente minero,
conjugaron esfuerzos para elaborar un libro compartido, con el único propósito
de registrar en sus páginas la mejor producción narrativa de todos los tiempos.
En el libro se reúne a más de treinta autores de
ambas nacionalidades, con textos que sorprenden y maravillan por su calidad
ética y estética. Se trata de una antología que, a tiempo de rescatar una
temática de profundos valores humanos y dramáticas realidades, promete una
lectura amena, llena de historias que reflejan la despiadada explotación de los
trabajadores del subsuelo y el contubernio entre los gobiernos de turno y los
consorcios trasnacionales, que aplicaron desde un principio una política
económica extractivista de los recursos naturales, con el afán de acumular
fortunas a cambio de pobreza.
La literatura minera, al margen de reflejar la
dantesca realidad de los indígenas convertidos en mitayos para trabajar en los
yacimientos de plata en condiciones infrahumanas, es una denuncia de la
dramática realidad de los proletarios modernos, insertos en el engranaje del
sistema de producción capitalista, donde su vida comienza con los accidentes
laborales por falta de seguridad industrial y termina con enfermedades crónicas
como la tuberculosis y silicosis.
En varios de los textos, meticulosamente seleccionados
e incluidos en las páginas de La narrativa minera peruano-boliviana,
se describe la maquinaria demoledora del sistema capitalista, que irrumpió en
la cordillera andina a mediados del siglo XIX, ya en su fase de descomposición
imperialista, sin sospechar que pronto se estructuraría un proletariado revolucionario,
organizándose en mutuales y sindicatos, capaces de reclamar los legítimos
derechos de sus afiliados, dispuestos a enfrentarse a las clases dominantes por
medio de marchas, huelgas y acciones directas de masas.
La presente antología es un rico mosaico del mundo
minero, donde no está ausente el pensamiento mágico y mítico de la cosmovisión
andina, un elemento inherente a la narrativa minera, que recrea, con todo su
esplendor, las creencias, mitos, leyendas y supersticiones de las culturas
nativas.
El lector encontrará en los textos, escritos con
vigorosa prosa y poderosa fuerza argumental, un entrecruce entre lo real y lo
fantástico, donde se percibe una línea discursiva moviéndose sobre dos
andamiajes que corresponden, por un lado, al realismo social de los mineros y,
por el otro, al universo mágico-mitológico de las culturas ancestrales.
En varios de los cuentos, relatos y fragmentos de
novelas, los escritores bolivianos y peruanos rescatan la mitología minera a
partir del sincretismo religioso entre lo profano y lo sagrado, entre el
paganismo precolombino y la religión católica, que da origen a personajes
omnipresentes que cobran vida en la oscuridad de las galerías, como el Chinchilico
o el Muki en Perú y el Tío de la mina en Bolivia. Estas deidades,
que procuran el bien o el mal, dependiendo del trato que se les dispense al
entrar y al salir de la mina, conviven en la imaginación de los mineros como si
de veras existieran en la realidad.
El Tío, por citar un caso, es un personaje
ambiguo, mitad dios y mitad diablo. Los mineros moldean su imagen de barro y
roca mineralizada, con características mitad humanas y mitad demoniacas, pero
cuyo atributo que mejor lo caracteriza es su miembro viril de dimensiones
asombrosas que, según la concepción minera, es para fecundar a la Pachamama y
copular con la Vieja o Chinasupay (diablesa), pero también para
perforar las rocas como si fuese un taladro de grueso calibre; un culto fálico
que está fuertemente arraigado en el imaginario de los mineros, quienes le
rinden pleitesía ofrendándole coca, alcohol y cigarrillos, considerándolo el
único dueño de las riquezas minerales del subsuelo y el amo absoluto de los
trabajadores que se internan en su reino, sin saber si volverán a salir con
vida a la luz del día.
Los autores seleccionados, asumiendo un compromiso
político y social, trasuntan una temática en la cual aparece retratada la
belleza telúrica del altiplano, con sus helados vientos y sus agrestes cumbres,
pero también la miserable vida de las familias mineras, cuyas luchas sindicales
están salpicadas de memorables huelgas y sangrientas masacres protagonizadas
por los enemigos de la clase obrera. No pocos de los autores, sin perder su
condición de creadores de obras literarias de alto valor testimonial, histórico
y escritural, hacen un llamado vehemente a la toma de conciencia sobre la
dramática realidad de la industria minera, donde las condiciones de vida y
trabajo son lamentables, debido a la inseguridad laboral y el miserable salario
que no alcanza para llenar la canasta familiar.
La antología La narrativa minera
peruano-boliviana, además de constituirse en un significativo aporte a
las letras hispanoamericanas, es un regio ejemplo de una colaboración bilateral
en torno a una de las literaturas más explosivas del continente americano, cuyo
texto y contexto destilan tragedias y esperanzas a través de los pulmones de
los mineros peruanos y bolivianos.
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