MICROTEXTOS II
Pesadilla
Cuando desperté jadeante y sudoroso, tras huir de una
espantosa pesadilla, ellos estaban todavía en el cuarto, contemplándome como
condenados retornados al reino de los vivos, luego de escabullirse del reino de
los muertos, solo para acusarme de ser el autor de su desgraciada muerte.
El plan
–Dios tiene un plan para ti –me dijo el evangelista.
–¡No jodas! –le repliqué–. ¿Qué plan?
–El plan de joderte por irreverente y ateo.
Perros modernos y
perros de pueblo
En cierta ocasión, un amigo sueco, mirándome con una
chispa de ironía en los ojos, me preguntó:
–¿Es verdad que los perros de tu pueblo duermen en el
patio?
–Sí –contesté–. Los perros no son objetos de adorno, como
en Suecia, sino los candados de la casa, los guardianes de los bienes de sus
dueños. Los perros, como los humanos, tienen sus derechos y sus deberes, y,
aunque se los cuida y ama demasiado, no se les cepilla los dientes ni se les
atusa el pelo. Los perros de mi pueblo no están acostumbrados a consumir
alimentos envasados sino a comer lo que sobra en el plato o en la mano. Los
perros de mi pueblo se crían a cielo abierto y no como pájaros enjaulados. No
necesitan que nadie los sobreproteja ni limpien el trasero. Son perros que
responden a su propia naturaleza, sin que por esto dejen de ser los animales
más nobles y los mejores amigos del hombre.
–Lo que es aquí –dijo, resignado, el amigo sueco–, el
perro ha dejado de ser perro para convertirse en amo y señor de la casa. Por si
fuese poco, los perros ya no ladran ni muerden, son perros modernos en una
sociedad moderna.
–Así es –le dije–. Los perros son como los humanos,
mientras más tienen, menos ladran.
El diablo siempre
vuelve
Desde que la muerte entró a través del pecado en el reino
de los humanos, el diablo no ha dejado de aparecerse donde menos se lo espera.
Si los ángeles celestiales, después de victoriosas batallas, lo arrojan al
infierno, el diablo vuelve, vuelve y siempre vuelve, una y otra vez, como el
mundo gira, gira y siempre gira, sea de noche o sea de día. Lo único que no
vuelve ni gira es la efímera vida de los humanos, quienes un día son luz y otro
día son penumbra, cual pecadores sentenciados a nacer y morir como los luceros
del alba.
Ganar y perder
Toda su vida abrigó dos sueños: ganar el premio gordo de
la lotería y jugar póquer en un casino de Las Vegas. Cuando alcanzó el
meridiano de su vida, se cumplieron los dos sueños; primero, ganó la lotería y
se hizo millonario de la noche a la mañana; segundo, viajó a Las Vegas y visitó
uno de los casinos más famosos de la ciudad. Una noche de juerga y juego de
naipes, como todo jugador empedernido, apostó los millones que llevaba en el
maletín, esperanzado en multiplicar su valor con un golpe de suerte, pero nada
resultó como lo tenía pensado. Tiró las cartas sobre la mesa y lo perdió todo
en un cerrar de ojos.
Niño eterno
Era ese niño que no quería crecer ni ser adulto, deseaba
seguir siendo un niño de por vida en el país de Nunca Jamás, donde vivían,
secretamente, piratas, hadas, duendes y, para su felicidad, su única felicidad,
la diminuta hada Tinker Bell de quien estaba perdidamente enamorado.
Si alguien, recordándole que no podía ser un niño eterno,
le decía:
–Tú tienes que hacerte un día, como todos los demás, un
hombre hecho y derecho. No puedes ser por siempre un adulto por edad y un niño
por conducta.
Peter Pan se ponía furioso, refunfuñaba y replicaba:
–¡No! ¡No quiero ser un hombre mayor! ¡Quiero ser un niño
eterno y pasármelo bien, así tenga que enfrentarme interminablemente contra el
capitán Hook, ese monstruoso pirata que tiene un gancho de hierro por mano y un
témpano por corazón.
La maldición de la
belleza
Érase una vez en que la belleza era la maldición de las
esclavas, raptadas y recluidas en fastuosas mansiones, como hermosas aves en
doradas jaulas, donde debían satisfacer los libidinosos deseos de sus amos y
parir hijos a montones.
Cansada
La mujer estaba cansada de tener un marido maniático, que
le seguía los pasos por donde iba, sin otro afán que celarla con su propia
sombra y hasta con el perfume que usaba para salir de casa. Ella estaba cansada
de todo, hasta de su propio aliento. Lo único que deseaba era borrarse del
mapa, antes de que su marido acabara con su vida a punta de puñaladas.
Hombre pez
De tanto bañarse en el río, bajo el sol y bajo la luna,
sea a la hora que sea, acabó convirtiéndose en pez.
Ideologías
Las ideologías vienen y van, nacen y mueren. Sólo las más
aptas sobreviven en la sociedad y la conciencia humana.
Máquina Remington
Desde que estoy tirado en la cama, paralizado de cuerpo
entero por una enfermedad letal, tengo un monstruo metido en el cuarto,
acechándome de noche y de día, como riéndose de mi fatal desgracia. Me mira de
frente y de reojo, y hasta parece amenazarme de muerte por haberlo sometido a
mi voluntad y haberlo convertido en mi esclavo durante décadas. Es cierto, no
puedo negarlo, antes era mi herramienta de trabajo y ahora es la pesadilla que
atormenta mi alma.
¿Quién es el monstruo?
La vieja máquina de escribir Remington, que escupió
cientos de artículos y una decena de libros, y que ahora está sobre la mesa,
donde la dejé tras haber perdido las facultades de movimiento de mis
extremidades. Lo malo no es que esté en el cuarto, contemplándome mientras
estoy tendido en la cama, sino su mirada de odio y desprecio, como cuando se
abandona a una mujer después de haberla amado tanto, con todo el cuerpo y todas
las fuerzas del corazón.
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