EL ESCULTOR DESAPARECIDO
El Monumento al Minero es
una magnífica obra realizada por un artista orureño, cuyos datos personales no
quedaron en la memoria de los obreros que protagonizaron la revolución
nacionalista de 1952. Nadie recuerda su nombre completo, tampoco se sabe si
está vivo o está muerto.
Algunos dicen que fue un
solterón solitario y solidario a la vez, un hombre empeñoso y trabajador, y que
todo el tiempo que tenía, quitándole tiempo al tiempo, era para levantar obras
de arte escultórico en plazas y parques. Otros, los pocos que lo conocieron
mientras estaba modelando, con sus callosas manos y su deslumbrante ingenio, el
Monumento al Minero, aseveran que soñaba con irse al Brasil en busca de una
mulata que tuviera los atributos que les faltaba a las altiplánicas.
Lo cierto es que el
escultor dejó plantado el Monumento al Minero en la histórica Plaza de la
población de Siglo XX y que luego desapareció sin dejar rastro alguno, como si
se hubiese esfumado como el humo del cigarrillo. Nadie recuerda su físico ni su
rostro, salvo que era un artista que daba la vida por el arte.
Los mineros más antiguos
dicen que lo vieron entrar a la mina, que lo vieron vagar como un demente por
las oscuras galerías y que nunca más volvió a salir a la luz del día. ¿Será que
el Tío se lo tragó huesos y todo? ¿Quién sabe? Los mineros cuentan que lo que
es del Tío es del Tío, devorador de vidas humanas cuando olvidan tributarle
alimentos sólidos y líquidos.
El Monumento al Minero luce estoico sobre su pedestal, la mirada altiva y el cuerpo fornido, la perforadora en una mano y el fusil en la otra. Pero del escultor, su creador y artífice, no se sabe nada, absolutamente nada, nada y nada…
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