Elda
Alarcón de Cárdenas (La Paz, 1928 – 2019)
Matriarca
de la Literatura Infantil boliviana
Después
de muchos años de haber conservado su nombre en la mente y haber abrigado los
deseos de conocerla personalmente, tuve la ocasión de estrecharle la mano,
abrazarla con cariño y dirigirle palabras de sincera admiración el 5 de
septiembre de 2012, en la sala anexa del Espacio Simón I. Patiño de la ciudad
de La Paz, donde hizo su ingreso a la Academia Boliviana de Literatura Infantil
y Juvenil, con todos los honores que ameritan su larga trayectoria en el ámbito
de la educación y la literatura destinada a los niños y niñas de nuestro país.
Algo
que no sabía de su vida, sino hasta que conversé con ella, es que esta dama de
palabra elocuente, memoria lúcida y trato afectuoso, fue víctima de las
represiones desencadenas por las dictaduras militares que asaltaron el poder a
fines del siglo XX. La acusaron de pertenecer a organizaciones de extrema
izquierda y de estar involucra en actos subversivos. Estuvo detenida en el
Ministerio del Interior, el Departamento de Orden Político (DOP) y la cárcel de
Achocalla. Mas su compromiso con las ideas libertarias, la responsabilidad con
su familia y la educación boliviana, la mantuvieron a salvo de las acusaciones
vertidas por los enemigos declarados de la democracia, la libertad y la
justicia.
Elda
Alarcón de Cárdenas que, para la pena de muchos de nosotros, falleció hace poco
tiempo atrás, fue la matriarca indiscutible de la Literatura Infantil
boliviana, no sólo porque, en su condición de maestra normalista y fundadora
del Comité de Literatura Infantil y Juvenil en 1964, dedicó su tiempo,
sensibilidad y profesionalismo a los pequeños grandes lectores, sino también
porque es la primera autora que se animó a escribir un ensayo titulado Literatura Infantil (1969), que ella
misma aplicó como material de estudio en la cátedra que dictaba en el Instituto
Superior Simón Bolívar (1969-80).
Este
mismo ensayo, que llegó a mis manos gracias a la amistad y gentileza de don
Werner Guttentag, creador de la prestigiosa editorial Los Amigos del Libro, me sirvió de mucho durante el proceso de
elaboración de mi libro Literatura
Infantil. Lenguaje y fantasía (2003), en cuyo capítulo dedicado a las
condiciones que debe reunir un libro escrito para los infantes -quienes en el
pasado fueron tratados como hombrecitos
en miniatura y no siempre han tenido acceso a una literatura apropiada para
su edad, desde el punto de vista lingüístico, emocional e intelectual-, cité
textualmente sus palabras: Literatura
para ofrecerle al párvulo ha existido seguramente desde que la humanidad se
considera como tal; pero intuitiva o arbitrariamente elaborada para él, no
respondía a las características de su desarrollo, puesto que estas eran
totalmente desconocidas; no olvidemos al homúnculo citado por tantos pedagogos,
considerado como un hombre en miniatura, para quien por lo tanto no podían existir
consideraciones especiales (Alarcón de Cárdenas, E., p. 23).
No
es para menos, pues esta excelente poeta, ensayista y docente normalista, supo
encaminar con acierto su intelecto hacia el mundo que más necesita de sus
conocimientos pedagógicos y su orientación en el campo de la Literatura
Infantil y Juvenil; una profusa labor que le ganó el respeto de sus colegas y
fue reconocida con la Gran Cruz de la
Educación Boliviana, en Grado de Oficial, en 1979, y, en 1998, le hizo
merecedora de la medalla y el diploma CEBIAE Forjadores de la Educación.
En
cierta ocasión, cuya fecha no recuerdo exactamente, una nieta suya, que vivía
por entonces en Suecia, me hizo llegar por correo un libro dedicado y, en una
conversación telefónica, me dijo: Mi
abuelita lee en la prensa boliviana todo lo que escribe usted. Entonces,
sin salir de mi asombro, me quedé pensando en que Elda Alarcón de Cárdenas y yo
éramos como arrieros recorriendo por los mismos senderos trazados por el
interés de impulsar una literatura que contemple el mundo fantástico de los
niños y las niñas. ¡Qué felicidad!
Sin
embargo, lo cierto es que nunca pude comunicarme con ella para agradecerle por
su amabilidad y gentileza, que desde luego no es un gesto frecuentes entre las
mujeres y los hombres de letras en un país como el nuestro, donde el costo de
envío de un libro por correo, fuera de las fronteras patrias y al otro lado del
Océano Atlántico, está por encima de las nubes o cuesta un ojo de la cara. Con todo, jamás dejé de abrigar las
esperanzas de encontrarla algún día en La Paz para estrecharla entre mis brazos
y agradecerle por ese libro que hoy ocupa un lugar preferente en mi biblioteca
particular.
Luego
de mantener una charla amena en el anexo del Espacio Simón I. Patiño, me enteré
de que venía preparando la edición de sus obras completas, tanto en verso como
en prosa. ¡Enhorabuena, doña Elda! Y, como no podía faltar, están también en
marcha las versiones actualizadas y corregidas de sus investigaciones sobre
pedagogía y Literatura Infantil y Juvenil. No cabe duda de que sus lectores/as
y admiradores/as tendrán la grata sorpresa de reencontrarse, a través de la
lectura, con una de las autoras que fue incorporada al Lexicón Mundial de la Literatura Infantil (1985) y que ocupa un
sitial merecido en el parnaso de los precursores de la Literatura Infantil
boliviana, donde compartía sus fantasías con Óscar Alfaro, Rosa Fernández de
Carrasco, Alberto Guerra Gutiérrez, Beatriz Schulze Arana, Hugo Molina Viaña y
Nery Paz Nava Bohórquez, entre otros.
Elda
Alarcón de Cárdenas, a pesar de los años idos y a pesar de las mareas de la
existencia humana, no dejó de declamarnos sus poemas para niños escritos en
español y aymara, ni dejó de contarnos las travesuras de Manuelito entre los
pastores ni las leyendas de los Andes, mientras siguió navegando hacia la
eternidad en uno de esos barquitos de papel que ella misma construyó, como el
Arca de Noé, para poner a salvo la Literatura Infantil y Juvenil, que fue uno
de los alicientes de su alma y uno de los motores principales de su larga vida.
Ahora
que se nos fue, a los 90 años de edad, sus lectores, colegas y amigos la
despedimos con un profundo agradecimiento por todo lo que nos dio en el ámbito
de la educación y la promoción de la Literatura Infantil; un invalorable legado
que perdurará para siempre a través de sus obras, que son el mejor reflejo de
su personalidad llena de humanismo y sabiduría.
Apuntes
bibliográficos
Poesía:
Despertar. Poemario para niños (coautora con Emilio Valverde, 1982); Barquitos de papel (1997); Calesita (coautora con Álvaro Ruilova,
1999); Pinceladas (coautora con
Álvaro Ruilova, 2000). Cuento: Manuelito
de la Candelaria (2002); Leyendas del
Ande (2000). Estudio: Literatura
infantil (1969); La poesía en la literatura
infantil (1979); Infancia,
adolescencia y narrativa (2005). Escribió también módulos
educativos para los alumnos normalistas en torno a las leyendas, los mitos y la
historia de la Literatura Infantil.
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