miércoles, 17 de julio de 2024

UNA CONFERENCIA DE PRENSA Y UN FOLLETO PARA HOMENAJEAR

A LAS VÍCTIMAS DEL GOLPE MITAR DE 1980

Hoy, 17 de julio, como parte de las actividades político-culturales que desarrolla el Archivo Regional Catavi, se rindió un ferviente homenaje en la población minera de Siglo XX, por medio de una conferencia de prensa, a las víctimas del golpe militar de 1980, cuando un grupo de paramilitares, asesorado por el criminal nazi Klaus Barbie, asaltó a mano armada el edificio de la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia (FSTMB), ubicado en El Prado de la ciudad de La Paz, donde se reunían miembros del Comité de Defensa de la Democracia (CONADE).

Durante el asalto, además de causar heridos y destrozos materiales, se apresaron a varios dirigentes políticos y sindicales, y, como si fuese poco, se asesinó a mansalva al dirigente político Carlos Flores Bedregal, al líder socialista Marcelo Quiroga Santa Cruz y al dirigente sindical Gualberto Vega Yapura, declarados póstumamente mártires de la democracia y la liberación nacional

Lourdes Peñaranda Morante, responsable del Archivo Histórico de la Minería Nacional de COMIBOL/Regional Catavi, aprovechó la conferencia de prensa, efectuada en la sede sindical de Siglo XX, para presentar el Nº 23 de la Serie de Literatura Minera, con dos textos del escritor Víctor Montoya y, en la contratapa, el poema El Padre Nuestro de un minero, que el cataveño Gualberto Vega Yapura escribió en 1976, mientras se encontraba encarcelado en la prisión de alta seguridad de Chonchocoro,

 El folleto, Gualberto Vega Yapura - Marcelo Quiroga Santa Cruz, es un justo homenaje a dos de las víctimas del golpe militar del 17 de julio de 1980. En la introducción se menciona que estos valerosos luchadores sociales, junto a otras víctimas del régimen criminal de García Meza y Arce Gómez, son símbolos del coraje y la lucha revolucionaria del movimiento obrero boliviano

La actividad impulsada por el Archivo Histórico de la Minería Nacional de COMIBOL/Regional Catavi, aparte de haber sido un excelente espacio para conmemorar a los mártires que ofrendaron su vida a la causa de la justicia social y la liberación nacional, ha demostrado que la memoria histórica de un pueblo se mantiene viva a pesar de los años y la impunidad en que quedaron varios de los crímenes de lesa humanidad cometidos, entre otros, por las dictaduras militares de los años ´60, ´70 y ´80 de la pasada centuria.

La nueva publicación de la Serie de Literatura Minera, cuyo primer número, dedicado a la masacre minera de San Juan de 1967, salió a luz en junio de 2016, es una prueba más de la infatigable labor del Archivo Regional Catavi, que no ha dejado de rescatar ni difundir la historia concerniente a la realidad minera del norte de Potosí, donde nació, creció y se formó políticamente el dirigente obrero Gualberto Vega Yapura, quien trabajó en la Empresa Minera Catavi y fungió como secretario de culturas de la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia, hasta el día en que fue abatido a tiros por los mercenarios al mando de los criminales Luis García Meza y Luis Arce Gómez.  

lunes, 15 de julio de 2024

ESCANCIAR LA SIDRA ES TODO UN ARTE

Estando en la ciudad de Gijón, ubicada en el centro de la costa cantábrica del Principado de Asturias, España, unos amigos me invitaron a una sidrería que tenía botellas verdes por doquier y las paredes decoradas con recreaciones de lugares emblemáticos, toneles de sidra y prensas para sacar el zumo de las manzanas.

En esta parte del continente europeo, la sidra no está considerada como una bebida más del montón, sino como una parte intrínseca de la cultura y el folklore. En Gijón, por ejemplo, existen varias fiestas tradicionales, especialmente en primavera y verano, dedicadas a los descorches de la sidra, conocidos como espichas, donde se promueve también la gastronomía típica de la región.

La sidra, cuyo grado alcohólico oscila entre cuatro y seis, alegra romerías y reuniones, tanto públicas como familiares, ya que esta bebida, desde hace siglos, se ha integrado totalmente en la vida social de los asturianos. Y las espichas son motivos para celebrar, reír, gozar y darle una fiesta al paladar.

–En realidad, ¿de dónde proviene la palabra espicha? –pregunté con cierto rubor en la cara y poniendo al descubierto mi ignorancia en la materia.

La respuesta no se dejó esperar, porque uno de los amigos se dio la molestia de explicarme de manera clara y concisa:

Espicha es el nombre que se le da al trocito de madera, con forma cónica, que se utiliza a modo de tapón de los toneles, donde se almacena la sidra.

 El último fin de semana de agosto tiene lugar en Gijón la Fiesta de la Sidra Natural, declarada un evento de interés turístico regional, en el que todos los años se bate el récord mundial de escanciado simultáneo. Otra de las fiestas más importantes dedicada a esta bebida, que se realiza el segundo fin de semana de julio, es el Festival de la Sidra, que se lleva a cabo en la villa de Nava, donde está el Museo de la Sidra, una verdadera atracción turística que permite ver todo el proceso de elaboración de esta bebida, desde el cultivo de la manzana hasta el embotellado, pasando por el prensado y el fermentado.

Uno de los amigos, que tenía hartas ganas de hacerme conocer el arte de escanciar la sidra, pidió una botella descorchada, la agitó brevemente, la tomó por el culín, levantó el brazo por encima de la cabeza y vertió el líquido en el vaso de cristal sujeto en la mano izquierda, a la altura de la pierna y a una distancia de más de un metro desde el cuello de la botella, haciendo que el chorro castaño cayera contra el lateral del vaso, de manera que, al impactar contra el mismo, se oxigenara haciendo espuma como una gaseosa cualquiera, o, más bien, como la cerveza servida en una límpida copa de cristal.

De estos amigos asturianos aprendí que para la degustación de la sidra se debe escanciar (tirar el líquido desde lo alto para que rompa al caer en el vaso), y bebérsela de una sola vez, pero no todo el contenido del vaso, sino dejando un poco en el fondo para limpiar la parte que han tocado los labios, ya que todos los amigos comparten del mismo vaso; es más, uno de ellos me sorprendió echando al piso la sidra que quedó en el culín, arguyendo que era una forma de devolverle a la tierra lo que ella nos da.

–A esta acción se llama ch’allar –les dije–. En mi tierra se tiene la costumbre de ch’allar o rociar el suelo con la cerveza o el alcohol, antes de beber del vaso, como un agradecimiento a la Pachamama, que alimenta a sus criaturas terrenales con los frutos de su vientre.

Ellos me miraron y no pararon de hacer circular el vaso de mano en mano, mientras picaban las exquisiteces que contenía una bandeja: chorizo a la sidra, tablas de quesos, huevos cocidos, tortillas y una serie de embutidos de jabalí y cerdo asturiano.

–En el país de ustedes, más conocido en el exterior por sus buenos vinos, quesos y jamones, beber sidra es todo un arte –les dije dispuesto a celebrar nuestra amistad.

–Sí –corroboró uno de ellos, con aplomo y buen humor–, sobre todo, si se considera que escanciar es todo un arte.

–Además –acotó otro–, se debe tomar con medida. Si uno está pasado de copas, no podría llenar el vaso, porque todo lo echaría al suelo.

Me quedé mirándolos con cierto asombro y un soplo de desaliento, como quien está acostumbrado a servir las bebidas espirituosas apoyando el gollete de la botella en el borde de la copa y no como los expertos escanciadores que tienen el pulso firme y la experiencia de tirar la sidra de un metro de altura entre la botella y el vaso.

Con mis amigos asturianos aprendí, como en todo en la vida, que la sidra es una bebida alcohólica de baja graduación, fabricada con el zumo fermentado de la manzana, una delicia más espumosa que embriagadora, con bastante aguja y ácida, que sabe algo diferente a las sidras gasificadas que solía consumir en Suecia, toda vez que había celebraciones especiales o en las fiestas de fin año.

En Gijón aprendí también que la diferencia entre el vino y la sida está en que el primero se elabora de uvas y el segundo de manzanas, las cuales se clasifican en tres tipos en función de su sabor: dulces, imprescindibles para transformar el azúcar en alcohol; ácidas, para mantener el color natural del mosto y la limpieza de la misma; y amargas o salvajes, que aportan el tanino en la bebida.

En síntesis, antes de terminar, quiero contarles que aprendí las siguientes lecciones: la primera, que escanciar es todo un arte; la segunda, que la sidra natural no se filtra ni clarifica como el resto de las bebidas espirituosas; la tercera, que el vaso se debe vaciar de un solo trago, sin perder tiempo ni respirar; y la cuarta, quizás la más importante, que el descorche de la botella de sidra es un modo de compartir con los amigos que, haciendo honor al adagio popular que reza: entre enfermos no hay contagio, usan el mismo vaso para sellar una amistad que nace y permanece toda la vida.

jueves, 11 de julio de 2024

GUALBERTO VEGA YAPURA, MÁRTIR DE LA DEMOCRACIA 

Y LA LIBERACIÓN NACIONAL

El dirigente sindical y mártir obrero Gualberto Vega Yapura, en tiempos en que había que andar con el testamento bajo el brazo, fue acribillado a tiros en el edificio de la Central Obrera Boliviana (COB) y la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia (FSTMB), donde se realizaba la reunión del Comité Nacional de Defensa de la Democracia (CONADE) y las organizaciones sociales que aspiraban a una sociedad más justa y democrática, la mañana del 17 de julio de 1980; fecha luctuosa en que el pueblo boliviano se vistió de luto y los golpistas, tras pedir la renuncia de la presidenta interina Lydia Gueiler, se encaramaron en el poder por la fuerza de las armas y el respaldo del Alto Mando Militar Boliviano.

Todo sucedió cuando decenas de oficiales y paramilitares, entre los que había mercenarios argentinos al servicio de la Operación Cóndor, que asoló a los países del Cono Sur de América Latina, llegaron en ambulancias de la Caja Nacional de Seguridad Social a la histórica sede de los trabajadores bolivianos y asaltaron, a gritos y armas de fuego en mano, el edificio de la FSTMB, ubicado en El Prado de la ciudad de La Paz, dispuestos a desencabezar al movimiento obrero y popular. Fue en esas circunstancias que los paramilitares, entre ellos los mercenarios Stefano Delle Chiaee, Joachim Fiebelkorn y Ernesto Milá, conocidos como los novios de la muerte, dispararon ráfagas contra la humanidad del líder político Marcelo Quiroga Santa Cruz, el diputado Carlos Flores y el dirigente cataveño Gualberto Vega Yapura, a la sazón representante del Sindicato de Catavi y secretario de cultura de la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia.

Los directos responsables de este horrendo crimen fueron los golpistas militares Luis García Meza y Luis Arce Gómez, quienes, obedeciendo órdenes de la CIA y los carteles de narcotraficantes asesorados por el Carnicero de Lyon, Klaus Barbie Altmann, estaban dispuestos a imponer su política antinacional y proimperialista a sangre y fuego. Durante este régimen de facto se prohibieron las libertades democráticas y se desencadenó una sañuda persecución contra los dirigentes políticos y sindicales. Se cometieron crímenes de lesa humanidad y se demolió el edificio de la Federación Sindical de Trabajadores Mineros en un vano intento por destruir el rico legado de las luchas políticas y sindicales de los trabajadores del subsuelo boliviano.

Si en más de cuatro décadas no se realizó un justo homenaje en honor a Gualberto Vega Yapura, en la tierra que lo vio nacer, fue porque Catavi, como todas las minas nacionalizadas, sufrió los embates del nefasto D.S. 21060, que provocó el cierre de las empresas de la Corporación Minera de Bolivia (COMIBOL) y la desocupación de miles de trabajadores que fueron echados de sus fuentes de trabajo y expulsados de sus viviendas con el epíteto de relocalizados. Sin embargo, ahora que la población de Catavi está en un proceso de repoblarse gracias al ritmo de la construcción de nuevas viviendas y la expansión de la Universidad Nacional Siglo XX, que está construyendo nuevos establecimientos para algunas de sus carreras, incluida la de Formación Política Sindical, es indispensable desempolvar la memoria de los trabajadores de la Empresa Minera Catavi y rescatar la gloriosa historia de esta población que, durante la pasada centuria, fue el centro motor de la economía nacional y el escenario donde floreció el sindicalismo revolucionario.

Asimismo, es digno reconocer el valioso esfuerzo de las dirigentes del ex Comité de Amas de Casa Mineras de Catavi y del Archivo Regional de Catavi, dependiente del Archivo Histórico de la Minería Nacional de la COMIBOL, que tuvieron la encomiable iniciativa de realizar el 17 de julio de 2023, en la sede del Sindicato Mixto de Trabajadores de Catavi, un sencillo pero emotivo acto en homenaje al mártir obrero Gualberto Vega Yapura, quien fue acribillado a mansalva, a los escasos 35 años de edad, por los mercenarios al mando de los militares que asaltaron el poder, arrebatándoles a los bolivianos la democracia y el derecho al fuero sindical.

A pesar de los años transcurridos y la forzosa relocalización de 1986, los cataveños han decidido recordar a quienes ofrendaron su vida por defender la causa de los proletarios y de los más pobres de este pobre país, donde la lucha revolucionaria estuvo encarnada en personas honestas y modestas como fue Gualberto Vega Yapura, cuya conducta personal estuvo determinada por la impronta de sus convicciones ideológicas y religiosas.

El golpe militar de facto, analizado a estas alturas de la historia, no tomó por sorpresa a nadie. Bolivia había sufrido ya varios golpes de Estado, entre otros, el protagonizado por René Barrientos en no-viembre de 1964, responsable de la masacre minera en la noche de San Juan de 1967; el liderado por el entonces coronel Hugo Banzer Suárez, con apoyo del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) y Falange Socialista Boliviana (FSB), desde el 21 de agosto de 1971 hasta 1978; el promovido por el coronel Alberto Natusch Busch, con apoyo de mili-tantes de algunos partidos políticos, del 1 al 16 de noviembre de 1979; y el último por el general Luis García Meza Tejada, que inició el 17 de julio de 1980 y terminó en agosto de 1981.

Aunque el régimen de García Meza y Arce Gómez fue relativamente corto, dejó una trágica secuela en el alma del pueblo boliviano, porque se secuestró, torturó y asesinó al padre Luis Espinal, cineasta y director del semanario Aquí, y se asesinaron a ocho dirigentes del Movimiento de la Izquierda Revolucionaria (MIR) en la calle Harrington en 1981. En homenaje a las víctimas de las dictaduras suscitadas entre 1964 a 1982, en Bolivia se recuerda, cada 17 de julio, el Día Nacional de la Memoria.

En el ámbito de las palabras de circunstancia vertidas por los panelistas –el exdirigente de la FSTMB y ex ministro de Estado, Guillermo Dalence, la ex presidenta del Comité de Amas de Casa, compañera Elena Pacheco, la responsable del Archivo Histórico Minero, Lourdes Peñaranda Morante, y el ex dirigente del Sindicato de Catavi, Octavio Carvajal (+)–, se trazó una semblanza de Gualberto Vega Yapura, destacando su límpida trayectoria política, en defensa de la democracia, los derechos de los trabajadores y la lucha antiimperialista de movimiento popular. También se hizo hincapié en su actividad sindical, cultural, deportiva y poética de este insobornable luchador social, cuya contribución al pensamiento revolucionario y la democracia nacional, es un buen ejemplo para las nuevas generaciones de Catavi y el país entero.

El acto contó con la presencia de una joven estudiante de la Unidad Educativa Ayacucho, quien, con voz firme y actitud altiva, declamó el poema El Padre Nuestro de un minero, que Gualberto Vega Yapura escribió con probada sensibilidad humana, consumada vocación lírica y alta conciencia de clase en 1976, durante su cautiverio en la prisión de Chonchocoro,

De acuerdo a los testimonios de quienes lo conocieron en vida, se sabe que este mártir de la liberación nacional se inició en la actividad política como militante del Partido Revolucionario de Izquierda Nacionalista (PRIN). Desde su adolescencia dedicó su vida a las actividades deportivas y culturas en provecho de la niñez y juventud cataveña. Fue varias veces dirigente del Sindicato Mixto de Trabajadores de Catavi y director de Radio 21 de Diciembre. En 1976, tras la ocupación militar a los centros mineros, fue detenido, torturado y encarcelado. En el XVIII Congreso Nacional Minero, realizado en la población de Telamayu, entre el 31 de marzo y el 6 de abril de 1980, fue electo, en su condición de obrero de la Empresa Minera Catavi, como secretario de organización de la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia, una función que supo cumplir con altura moral y ética, hasta el día en que fue victimado por los chacales de una dictadura militar que dejó un reguero de muertos y heridos a lo largo y ancho del territorio nacional.

En consecuencia, es imperiosa la necesidad de mantener vivo su pensamiento entre los niños, jóvenes y adultos de la población de Catavi, donde Gualberto Vega Yapura tuvo su cuna de nacimiento y fue el escenario de sus actividades culturales y deportivas, pero también el escenario de sus luchas por una Bolivia más justa y libre de dictaduras civiles y militares; más todavía, es preciso que uno de los salones del Sindicato Mixto de Trabajadores de Catavi lleve su nombre, a modo de enaltecer su lucha a favor de los más desposeídos y explotados, pero también a modo de perpetuar su combativa trayectoria en el sindicalismo revolucionario y para que el pueblo boliviano lo tenga siempre en la memoria.

En síntesis, poniendo la lógica de la razón sobre las mezquindades y voces discordantes, es justo que a Gualberto Vega Yapura se lo declare: MÁRTIR DE LA DEMOCRACIA Y LA LIBERACIÓN NACIONAL.