CUENTAGOTAS
Monstruo marino
Cuando las
olas avanzaron desde el horizonte, con una fuerza y un despliegue de tenebrosas
espumas, el barco, con las velas desplegadas a la deriva, empezó a flotar entre
las embravecidas olas del mar, cuyas aguas se vaciaban en un abismo sin fondo.
Los tripulantes no alcanzaron a salvar sus vidas y desaparecieron entre gritos
de espanto y auxilio. El único sobreviviente, quien fue tragado por una ballena
y escupido cerca de un puerto, contó que el barco y los tripulantes no desaparecieron
en un abismo, sino que fueron engullidos por un monstruo parecido al demonio,
con escamas en el cuerpo, ojos en la punta de los cuernos, alas de quimera y
cola de saurio.
La vida y la muerte
Sentadas en el
tren del tiempo, conversaron sobre los altares y los ritos de Todos los Santos,
hasta que la muerte, ataviada de negro, le dijo:
–Quisiera que
me des tu vida para dejar de ser muerte.
–¡Eso ni
muerta! –contestó la vida.
Háganse Dios y el Diablo
Dios habló:
¡Hágase la luz!
El Diablo habló:
¡Hágase la oscuridad!
El ser humano
habló: ¡Háganse Dios y el Diablo!
Tilín-Talán
Tilín-Tilín
tocó la puerta.
–¿Quién es?
–preguntó Talán-Talán.
–Tilín-Tilín
–contestó.
–¿Qué desea?
–Hacer
Tilín-Tilín con Talán-Talán.
–¿Y para qué?
–Para que nazca
un Tilín-Talán.
El
romántico
Quiso
encontrar la felicidad en el amor, pero no encontró más que la desilusión y la
muerte.
El profe
Los
estudiantes de matemáticas, suspendidos una y otra vez, no dudaron en poner en
duda los métodos de enseñanza del profe de mate.
–El profe es
más complicado que una fórmula algebraica –comentaban de uno en uno, de dos en
dos y de tres en tres.
El profe ponía
oídos sordos a los comentarios y no decía nada.
Los
estudiantes sabían que el profe dominaba su materia al dedillo; lo que no
dominaba era el arte didáctico de cómo hacerles tragar los números como aceite
con cuchara.
Evolución
–Si el mono es
el pariente cercano del hombre –se dijo un chimpancé enjaulado–, entonces es
lógico que Tarzán sea el rey de los monos.
El rencor
En una población de la meseta andina, lejos de la mano de
Dios y cerca de la mano del Diablo, un minero descubrió a su mujer recostada
con otro hombre, en la misma cama y en el mismo cuarto en el que se juraron
fidelidad.
El minero, cegado por los celos y el corazón partido por
el rencor, mató al amante y descuartizó a su mujer.
El hijo de la pareja, único testigo del terrible crimen,
se retiró empapado en lágrimas y se refugió en la cancha de fútbol, su gran
pasión, donde acabó con su vida colgándose del travesaño.
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