EL PATRIARCADO INVISIBILIZÓ A
LA MUJER
La sociedad, además de sostenerse sobre pilares
socioeconómicos, está estructurada sobre la base de una tradición cultural y un
sistema de normas éticas y morales, que responden a los intereses del
patriarcado a través de ideas que se manifiestan por medio de determinados
códigos lingüísticos, que no son otra cosa que construcciones culturales que se
transmiten, de manera consciente e inconsciente, de padres a hijos y de hijos a
nietos.
El sistema patriarcal institucionalizó el dominio
masculino en el seno de la familia y, consiguientemente, proyectó este dominio
en todos los ámbitos de la vida social. Desde entonces, la mujer ha sido
ignorada en los procesos de cambios trascendentales que se han producido en las
sociedades existentes hasta nuestros días y, como si fuera poco, la mujer ha
sido invisibilizada en la historia como un elemento ajeno a los cambios
hegemonizados por los hombres.
La
invisibilización consistía en omitir la
presencia de determinado grupo social, mediante la discriminación, el racismo,
la xenofobia, la homofobia, el racismo o el sexismo; en el caso concreto que se
aborda en esta nota, la invisibilización afectó particularmente a las mujeres
en varios planos de la vida familiar y social, como ocurrió en la relación
entre la mujer y el trabajo.
Desde hace varios siglos se ha
impuesto una conceptualización de trabajo, que contemplaba como tal solo a la actividad productiva que se desarrollada
en el ámbito público, pero no así en el ámbito doméstico, donde el trabajo de
la mujer no tenía remuneración y estaba considerado como una obligación
familiar, debido, en gran medida, al hecho de que existía una antigua división
del trabajo entre los sexos, en la que las mujeres debían hacerse cargo del
trabajo doméstico, en tanto los hombres debían hacerse cargo del trabajo que se
realizaba fuera de casa; es decir, en el ámbito público, donde las mujeres
estaban ausentes hasta que irrumpió el sistema capitalista, que requirió de la
fuerza de trabajo de hombres, mujeres y niños.
En los estamentos de poder, la ideología de la supremacía
masculina excluyó a la mitad de la humanidad, representada por las mujeres,
quienes fueron tratadas como sujetos de ideas cortas y cabelleras largas, que
hablaban mucho pero que no decían nada, que eran incapaces de aportar con
inteligencia propia al desarrollo de las naciones. Los hombres las preferían
como madres, esposas, amantes y, en el peor de los casos, como animales de
carga.
El
sistema patriarcal no sólo tuvo una intención discriminadora contra la mujer,
sino el propósito de confirmar la supremacía del hombre, que controlaba todos
los poderes de dominación socioeconómicos; es más, en varias culturas se limitó
la participación de las mujeres en la formación de los sistemas educativos,
donde la enseñanza de las ciencias humanísticas y tecnológicas estaban
reservadas exclusivamente para los hombres
El patriarcado, al ser una construcción cultural, dividía
la vida social en una esfera pública y otra privada. La esfera pública
correspondía al dominio masculino, mientras la esfera privada correspondía al
mundo femenino; una realidad que instituyó la idea de que la mujer no podía ser
excelente como “académica” sino como “ama de casa”. Por lo tanto, su obligación
debía ser la de aprender a cocinar, asear, bordar, cuidar a los hijos y atender
al marido. Se le negó la oportunidad a ocupar una posición superior al hombre
en la vida social, política, económica y cultural. No podía votar ni postularse a cargos jerárquicos dentro de la
administración pública y gubernamental. La mujer, simple y llanamente,
debía cumplir el rol de secundar al hombre como su sombra, de manera sumisa y
sin levantar la voz.
Ella siempre estuvo marginada y
relegada a asuntos propios de su supuesta naturaleza: concebir hijos, cuidar a
los ancianos y ocuparse de los quehaceres domésticos. No en vano los
nombres de muchas profesiones estaban en género masculino, porque estas
profesiones no eran ejercidas por las mujeres, quienes, estaban destinadas a
quedarse en casa por normas patriarcales, prejuicios machistas y tradiciones
culturales.
No hay comentarios :
Publicar un comentario