FUEGO Y SANGRE EN SAN JUAN
Entre los acontecimientos históricos que
han sacudido a la nación boliviana, tanto por su dramatismo como por su
impunidad, está la masacre de San Juan, acaecida en las poblaciones mineras del
norte de Potosí, la madrugada del 24 de junio de 1967, cuando el régimen
militar de René Barrientos Ortuño, asesorado por los mercenarios de la CIA.,
perpetró un crimen de lesa humanidad amparado por la Ley de Seguridad Nacional,
en un intento por evitar el estallido de un movimiento insurreccional entre los
mineros de Llallagua, Siglo XX y Catavi, donde se tenía previsto realizar un
ampliado minero para plantear al gobierno sus demandas salariales y, al mismo
tiempo, lanzar un pronunciamiento de apoyo al foco guerrillero del Che Guevara,
que se venía desarrollando en el sudeste del país, aislado de los movimientos
populares del campo y las ciudades.
Desde la madrugada de aquel fatídico
día, en que la fogata de San Juan comenzó siendo una fiesta y terminó siendo
una masacre, han trascurrido casi cinco décadas. Y, aunque los hechos quedaron
en la absoluta impunidad, el pueblo no ha olvidado a sus muertos ni heridos, ni
a las familias que fueron desalojadas de los campamentos tras la masacre ni a
las emisoras intervenidas por las tropas militares.
Todos estos episodios, que forman parte
de la memoria histórica de los mineros bolivianos, aparecen relatados en la
novela breve San Juan rojo, de Grover Cabrera García, cuya primera edición salió
a luz a mediados de 2014. La novela, dividida en 15 capítulos y un epílogo, y cada
capítulo precedido por un poema de contenido revolucionario, se inicia en
vísperas de la fiesta de San Juan y en el seno de una familia minera, que está
enterada de las medidas antidemocráticas y antipopulares lanzadas por el
régimen militar de René Barrientos Ortuño y de las luchas libertarias
enarboladas por los guerrilleros en las montañas de Ñancahuazú.
Lo interesante de San Juan rojo,
aparte de la temática tratada con un lenguaje que recrea el habla popular,
radica en las intuiciones y observaciones de su protagonista principal; un niño
de nueve años de edad, quien, a poco de quedar huérfano, pasó a vivir en casa
de sus tíos y abuelos. Panchito es el niño que nos conduce, paso a paso, a
través de los acontecimientos de la masacre de San Juan, que en su debido
momento conmovió a todo un país que quedó en estado de llanto y dolor.
La novela breve de Grover Cabrera García,
quien tenía nueve años de edad como su protagonista en 1967, es un testimonio
válido no sólo porque llena un vacío en el ámbito de la literatura minera, sino
también porque es un texto literario que permitirá a las nuevas generaciones
acercarse a una de las tragedias mineras a través de una historia novelada,
donde los hechos y personajes se reflejan con un acertado realismo, desde la
perspectiva de un niño que contempla el panorama desolador de una población en
la cual, al rescoldo de las menguantes fogatas de la noche de San Juan, el
tableteo de las ametralladoras y los tiros de fusil se confunden con el
estallido de los cachorros de dinamita y los cohetillos.
San Juan rojo es la primera novela que
aborda el tema de la masacre minera de 1967 y la más reciente propuesta de un
autor oriundo de Llallagua, quien se atrevió a manejar los testimonios
personales y colectivos en un género literario que requiere destreza en el
manejo del lenguaje, la adecuada caracterización de los protagonistas y, sobre
todo, el dominio de las técnicas propias del arte narrativo, que son los instrumentos
fundamentales en el proceso de estructuración de una obra que pretende ser
innovadora, sin dejar de ser costumbrista tanto en la forma como en el
contenido.
Cabe destacar que esta breve novela, que
hoy se encuentra en busca de sus lectores, es un aporte oportuno en el campo
dedicado al rescate de la memoria histórica de los mineros bolivianos, una obra
que destaca entre los ensayos y libros de testimonios que se publicaron hasta
la fecha, como San Juan a Sangre y Fuego, de Carlos Soria Galvarro,
José Pimentel y Eduardo García; Una mina de coraje, de José López Vigil; Mineros bolivianos (hombres y ambiente), de Gregorio Iriarte; Si me permiten
hablar. Testimonio de Domitila Chungara, de Moema Viezzer; El baño de sangre
de San Juan, de Guillermo Lora; Semblanzas, de Filemón Escóbar; y Crónicas
mineras, de Víctor Montoya, entre otros.
Cabe recordar que los sucesos de la masacre
de San Juan, además de contar con otros testimonios que circularon desde hace
años en forma de folletos y artículos de prensa, han inspirado la obra de
varios artistas plásticos como Miguel Alandia Pantoja, los versos de destacados
poetas como Jorge Calvimontes y Calvimontes, y y las letras de algunos cantantes
como Nilo Soruco, quien compuso la emblemática canción La noche de San Juan,
dedicado al dirigente obrero Rosendo García Maisman, quien fue uno de los mártires
que cayó, fusil en mano, defendiendo la Radio La Voz del Minero, la madrugada
en que se ejecutó la masacre de San Juan.
La novela breve de Grover Cabrera García
es un regio ejemplo de que, a veces, la realidad supera a la fantasía, habida
cuenta de que se trata de un episodio histórico, con principio, nudo y
desenlace, que desde 1967 buscaba a un autor capaz de convertirlo en una obra
literaria, a partir del acopio de un material rico en matices lexicales y
relatos diversos, que abundan en la oralidad y en el recuerdo de los
sobrevivientes de aquella tragedia minera que, a pesar de no estar registrada
en las páginas de la historia oficial, es una espina clavada en el pescuezo de
quienes se mancharon las manos con sangre obrera.
El libro, en formato de bolsillo y de 126 páginas, incluye al final un glosario de palabras quechuas y términos propios de
la jerga minera; y, a modo de información para los lectores más jóvenes, una
cronología de antecedentes históricos que se suscitaron antes y durante la
masacre de San Juan. Así, la cronología arranca con la destitución de su cargo
del vicepresidente Ñuflo Chávez Ortiz, el 20 de junio de 1957, y culmina con el
horrendo asesinato de hombres, mujeres y niños en la población civil de
Llallagua y los campamentos mineros de Siglo XX, la madrugada del 24 de junio 1967.
Favor de indicar la editorial, si existe formato electrónico y alguna librería donde adquirirlo.
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