VÍCTOR MONTOYA TRADUCIDO AL ALEMÁN
No es
frecuente que las obras de autores bolivianos sean vertidas a otros idiomas.
Sin embargo, en las últimas décadas, se ha incrementado el número de cuentistas
y novelistas cuyas obras se leen tanto dentro como fuera del país. Éste es el
caso del escritor Víctor Montoya, quien nos presenta la versión alemana de sus
libros “Erzählungen der Grausamkeit” (Cuentos violentos) y “Die Legende vom Tio
– Gottheit der Minen und dem Bergwerk” (Cuentos de la mina), que aparecieron a
principios de este año bajo el sello de la editorial austriaca
MackingerVerlaget.
Los
libros, traducidos por la hispanista alemana Claudia Wente, están a disposición
de los lectores de Alemania, Austria, Suiza y otros países de lengua germana.
Se los puede adquirir tanto en las librerías como a través del portal digital
de la editorial MackingerVerlag.
Testimonio del terrorismo
de Estado
En la presentación de Cuentos
violentos se indica que el libro es la expresión genuina de la “historia de la
crueldad”, que vivió el país andino desde la conquista del Imperio Incaico.
Desde entonces, las luchas revolucionarias emprendidas por los movimientos
indígenas e independentistas republicanos, la palabra Libertad sigue siendo
un sueño incorporado en la memoria colectiva de un continente que no deja de
clamar por su derecho a la independencia y soberanía.
Las
condiciones de trabajo en las minas, desde la época de la colonia, no han sido fáciles para
los habitantes del altiplano boliviano. Los centros mineros como Potosí,
Llallagua, Siglo XX, Oruro y otros, han sido zonas de
permanentes conflictos sociales, económicos y políticos.
El autor de Cuentos violentos, que se crió en la población de
Llallagua, fue testigo de la pobreza y angustia,
acompañadas por el terrorismo de Estado institucionalizado
por quienes, una y otra vez,
intervinieron militarmente los centros mineros, donde se cometieron
brutales masacres, apresamientos y torturas contra los opositores políticos,
ante la mirada impotente de una población que resistía de pie, aunque
amordazada y la espalda a la pared.
La tortura aplicada contra los opositores a los
regímenes dictatoriales jamás condujo a la
solución de los problemas sociales, pero sí dejó secuelas irreparables; por una
parte, profundas heridas físicas y psicológicas; y,
por otra, la desconfianza y el odio en
el seno de una población dispuesta a defender sus derechos a cualquier precio.
Víctor Montoya fue apresado, torturado y
encarcelado por sus actividades políticas en 1976.
Estando recluido en las celdas de la cárcel de San Pedro y Viacha, escribió una
serie de cuentos basados en las experiencias crueles que le tocó vivir en las
mazmorras de la dictadura militar.
Los cuentos
que integran este volumen, aparte de estar escritos como testimonio personal,
son también el eco de otras voces anónimas que se alzan para denunciar los
atropellos de lesa humanidad perpetrados por las dictaduras militares del Cono
Sur de América durante la denominada Operación Cóndor.
.
Mitos y leyendas del mundo minero
En el portal
de la editorial se dice que Cuentos de la mina o La leyenda del Tío (subtítulo que se añadió en la
versión alemana), es un libro escrito con destreza narrativa y responsabilidad
social. En los cuentos se retrata la vida cotidiana de los mineros; su lucha,
su tragedia, pero también sus creencias mitológicas, vinculadas al realismo
mágico y la cosmovisión de las culturas indígenas.
El libro, ilustrado con una serie de fotografías que destacan
la estatuilla del Tío, registra la tradición oral de los mineros que,
probablemente, se remonta hasta la época de la colonia, cuando los
conquistadores ibéricos comenzaron a explotar los yacimientos de plata en
Potosí; una tradición oral que persiste con el nacimiento de la república y el
auge de gran industria minera, una vez que el magnate Simón I. Patiño descubre,
a finales del siglo XIX, las vetas de estaño más ricas del mundo en las
montañas de Llallagua.
Los cuentos
recrean las creencias populares, leyendas, mitos, ritos y símbolos
de una colectividad que, mediante una narración hecha de
realidad y ficción, intenta explicar los acontecimientos
de su entorno inmediato, la grandeza de su pasado
histórico, los conflictos de su presente y las perspectivas de su futuro.
El Tío de la mina, personaje omnipresente en las galerías,
tiene mucha semejanza con el dios Hades, quien representa el ultramundo en la
mitología griega. El Tío es el protector de los mineros y el amo indiscutible
de la mina, como si en sus cuernos escondiera los preciosos metales, y aunque
tiene rasgos diabólicos, según las creencias judeo-cristianas, es un ser
mitológico venerado por las familias mineras, que le brindan ofrendas a cambio
de que les dé protección y prosperidad.
Su mujer, la
Chinasupay (diablesa), posee un fuerte atractivo eróticamente
en el imaginario popular, aparece y desaparece misteriosamente en los sueños y
las pesadillas de los mineros, quienes la temen tanto como al Tío. Algunos
incluso creen que la Chinasupay es el mismo Tío que, a modo de poner a prueba
su poder de atracción sexual, se convierte en mujer seductora capaz de
envilecer a los hombres más desprevenidos.
El Tío de la mina es el protagonista principal en “Cuentos de
la mina”. El autor nos quiera revelar desde un principio la pregunta: ¿Por qué el diablo se llamó Tío? La respuesta,
narrada de una manera sorprendente y sobrenatural, la encontramos a lo largo
del libro, donde se afirma que el Tío, en su estado demoniaco, hace suya a una
chola de buen parecer, en quien engendra a un hijo que nace con el aspecto de
iguana. Entonces el poder eclesiástico, al constatar que la criatura no es la
hechura de Dios sino del diablo, condena a la madre y al hijo a arder en una
hoguera. Es por eso que el diablo, según se relata en el cuento, actúa en venganza
propia y causa estragos entre los pobladores, hasta que los mineros le suplican
perdón por el asesinato de su legítimo heredero. El diablo recapacita, hace
reaparecer los minerales en las galerías y decide llamarse Tío, a quien los
mineros, como en una suerte de pacto, deben rendirle pleitesía ofrendándole
sangre de llama blanca, hojas de coca, cigarrillos y aguardiente.
Cuentos de la mina, con toda
la magia que encierran los libros arrancados de la tradición oral, es un buen
ejemplo de que los mitos y las leyendas, transmitidos de generación en
generación, constituyen un excelente material literario en manos de un narrador
que usa los instrumentos adecuados no sólo para darles vida en la fantasía de
los lectores, sino también para universalizarlos y perpetuarlos en la memoria
colectiva.
Apuntes sobre el autor
Víctor Montoya nació en La Paz, Bolivia, en 1958.
Escritor, periodista cultural y pedagogo. Vivió desde su infancia en las
poblaciones mineras de Siglo XX y Llallagua, al norte de la ciudad de Potosí,
donde conoció el sufrimiento humano y compartió la lucha de los trabajadores
mineros.
En 1976, como consecuencia de sus actividades
políticas, fue encarcelado por la dictadura militar. Liberado de la
prisión por una campaña de Amnistía Internacional, llegó exiliado a Suecia en
1977. Cursó estudios de especialización en el Instituto Superior de Pedagogía
en Estocolmo y ejerció la docencia durante varios años. Dirigió las revistas
literarias PuertAbierta y Contraluz. Su obra está traducida a
varios idiomas y tiene cuentos publicados en antologías internacionales.
Actualmente escribe para publicaciones en América Latina, Europa y Estados
Unidos.
En su extensa obra, que abarca el género de la
novela, el cuento, el ensayo y la crónica periodística, destacan: Huelga y represión (1979), Días y
noches de angustia (1982), Cuentos Violentos (1991), El laberinto
del pecado (1993), El eco de la conciencia (1994), Antología del
cuento latinoamericano en Suecia (1995), Palabra encendida (1996), El
niño en el cuento boliviano (1999), Cuentos de la mina (2000), Entre
tumbas y pesadillas (2002), Fugas y socavones (2002), Literatura
infantil: Lenguaje y fantasía (2003), Poesía boliviana en Suecia
(2005), Retratos (2006) y Cuentos en el exilio (2008).
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