DÍA MUNDIAL DE LA POESÍA
Todos los
poetas del pasado, todos los poetas del presente y todos los poetas del futuro,
tan sólo escriben un fragmento, un episodio de un gran poema colectivo que
escriben todos los hombres. Percy Bysshe Shelley
El Día
Mundial de la Poesía es un tributo y homenaje a los verdaderos artesanos
de la palabra escrita, quienes, poniendo en juego su integridad, ingenio y
talento, nos regalan lo mejor de sí mismos a través de sus versos, que buscan
ecos profundos en el pecho y la mente de los lectores de este mundo sustentado
por la palabra como el mejor instrumento de comunicación y entendimiento.
No está por demás recordar que la Conferencia
General de la Organización de las
Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco),
proclamó la celebración del Día Mundial de la Poesía el año 1999. Desde
entonces, y cada 21 de marzo, los y las poetas se reúnen en todos los países
para reclamar por sus derechos y compartir su universo poético con la mente lúcida
y el fuego en la palabra.
Si el arte poético es una de las expresiones que
simboliza la creatividad humana, entonces recitar poemas en las calles, los
escenarios y establecimientos educativos, es la mejor manera de retomar lo
mejor de la tradición oral de nuestros pueblos. No es menos importante cuando
la poesía, en su condición de arte mayor entre las letras, restablece un
diálogo con las diversas manifestaciones artísticas, como el teatro, la danza, el
cine, la música y la pintura, entre otras.
La poesía no sólo es el género más brillante de la
literatura, sino también el que más cultores tiene en todas las latitudes del
planeta. Lo extraño es que, siendo uno de los géneros literarios más
extendidos, sea uno de los menos leídos y valorados en la vorágine comercial,
casi siempre impuesta por las leyes de la oferta y la demanda del mercantilismo
editorial.
Sin embargo, los y las poetas, conscientes de la
importancia que reviste la palabra escrita para las necesidades del alma, no se
dan por vencidos y siguen machacando el oficio a pesar de los pesares, porque saben
que sus versos, hilvanados como en un manto de tisú, son el mejor testimonio de
la inteligencia humana y un legado para la posteridad.
Por fortuna, la permanente innovación de las nuevas
tecnologías en el ámbito de la comunicación electrónica, está permitiendo que
los creadores de la palabra escrita lleguen, por intermedio de las redes
sociales como Twitter y Facebook, a un círculo cada vez mayor de lectores
ávidos por compartir poemas que cantan a la vida, el amor y la muerte. Por lo
tanto, no es tan cierta la afirmación de que la poesía va cediendo terreno ante
las experiencias colectivas impulsadas por las redes sociales, en las cuales,
aparentemente, los usuarios no escriben ni leen poemas, siendo que la poesía es
el principal exponente estético del lenguaje y la máxima expresión del hombre
pensante en su paso por la Tierra.
Si la declaración de la Unesco considera que una
acción mundial a favor de la poesía daría un reconocimiento y un impulso nuevo
a los movimientos poéticos nacionales, regionales, e internacionales, es
también necesario considerar que la creación poética no cae del cielo, sino que
es la obra de los y las poetas que se merecen todo el reconocimiento de parte
de su colectividad, ya que poesía, como el resto de las expresiones artísticas,
es un puente que permite aunar la diversidad idiomática y cultural esparcidas
por el mundo.
El 21 de marzo, como todos los años, levantaremos
nuestras copas y brindaremos por el Día Mundial de la Poesía, por los y las
poetas que nos regalan sus versos como ramilletes de flores. A ellos les
debemos nuestros eternos agradecimientos, incluso por pintarnos de colores el
manto de la melancolía. La vida sin ellos sería más triste y desolada, como un
campo sin mariposas, un río sin vida y un cielo sin estrellas.
La poesía tiene la magia de atrapar la realidad y la
fantasía en una red idiomática construida por el poder de la palabra capaz de
trocarse en metáforas y figuras de dicción, en una forma de expresión de las
ideas que, una vez condensadas en el lenguaje poético, nos tocan las puertas
del corazón, con la misma facilidad con que tocan las puertas del infierno o del
paraíso, aunque ninguno de los
artesanos de la palabra escrita provenga del reino de los dioses ni de las
catacumbas del más allá.
La poesía, por otro lado, es también un arma de
protesta y denuncia, una propuesta digna cuando nos convoca a una reflexión
sobre la realidad social, cuando nos señala los caminos a recorrer para mejorar
la condición de vida de los humanos y cuando nos desafía a superar las
injusticias que se sienten como látigos en las espaldas de los pueblos menos
favorecidos por la globalización y la modernidad.
La poesía es como un aliento de esperanza, que refleja
las ansias de libertad de los presos de conciencia y trasciende las fronteras
en las alas de la imaginación, como una paloma mensajera que no conoce vallas,
barrotes ni balas que la detengan. La poesía es la creación libre de los seres
libres, que no dejan que nadie les arrebate sus ideales ni sus sueños, porque
los sueños, junto a las fantasías y los pensamientos, son las voces del fuero
interno, de ese territorio íntimo donde no entran las fuerzas oscuras de la
imposición y la censura.
Los poemarios, que son las criaturas del alma, serán
siempre necesarios mientras el mundo sea mundo, mientras los hombres y las
mujeres, entregados a merced de la fantasía y los deseos sublimes, sientan la
fuerza vital de la palabra poéticas que, en su estado más puro y diáfano, es un
canto a los ideales del humanismo hecho de amor, paz y libertad.
En el Día Mundial de la Poesía cabe reafirmar el
concepto de que la palabra encandilada de los y las poetas, que viven aferrados
a la vida con grandeza y sencillez admirables, es la luz que ilumina el pasado,
presente y futuro de las culturas que se resisten a sucumbir entre los polvos
del olvido y la desidia. Por eso mismo, la
poesía es dueña de un alto valor ético y estético, capaz de testimoniar la
identidad de un pueblo que ama y transmite sus tradiciones ancestrales a través
de la sabiduría popular y el verbo. La poesía es, en este contexto, un
alimento necesario para el espíritu de los hombres y mujeres, y un patrimonio
cultural que deben defender y difundir los pueblos.
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