miércoles, 22 de octubre de 2025

VÍCTOR MONTOYA RECIBIÓ UN RECONOCIMIENTO EN CATAVI

El 13 de octubre del 2025, en el marco de la conmemoración del 54 Aniversario de Fundación de la Unidad Educativa Junín, el escritor boliviano fue reconocido por el personal docente, junta escolar y dirección de la mencionada unidad educativa, con una estatuilla negra decorada con un león amarillo, que reafirma su contribución en el ámbito literario y cultural en general, como ex alumno de este colegio fundado el 3 de febrero de 1971, año que el escritor cursó el séptimo intermedio, hasta que se produjo el golpe de Estado en agosto de 1971.

Víctor Montoya agradeció el reconocimiento y recordó que en el entonces Colegio Junín nació su interés por la literatura. No es casual que su primera novela, El laberinto del pecado, publicado en Estocolmo-Suecia en 1993, tenga como eje temático sus experiencias en este establecimiento educativo que, en el pasado, estaba ubicado en los Campos de María Barzola, una pampa donde se perpetró la masacre obrera el 21 de diciembre de 1942 y se firmó el Decreto de la Nacionalización de las Minas el 31 de octubre de 1952. 

En el acto programado por la dirección de la unidad educativa, creada por los empleados y obreros de la Empresa Minera Catavi, el escritor vertió palabras de honda emoción, aduciendo que los hijos de los mineros y las palliris son también capaces de enaltecer a la clase obrera con actividades y profesiones que son dignas de ser ponderadas a nivel nacional e internacional.

El escritor Víctor Montoya es solo un ejemplo de los estudiantes juninenses que han aportado al país en las ciencias técnicas y humanísticas, habida cuenta de que son cientos los profesionales que tienen el corazón puesto en el distrito de Catavi y se sienten orgullosos de haber sido alumnos de la Unidad Educativa Junín

sábado, 18 de octubre de 2025

EN LLALLAGUA SE PRESENTÓ MI VIDA JUNTO A FILIPPO

El pasado 16 de octubre de 2025, en el auditorio del Centro de Eventos Académicos de la Universidad Nacional Siglo XX, se presentó el libro autobiográfico de la Prof. Olga Vásquez de Escóbar. Se trata de un invalorable testimonio de vida, de amor y de lucha, que la autora escribió, en primera instancia, para sus hijos y nietos, para que ellos conozcan la verdadera historia de la familia Escóbar-Vásquez.

Sin embargo, el libro tiene una trascendencia mayor al tratarse de un testimonio biográfico que dejará mucho que hablar y dejará muy sorprendidos a quienes dudaban de la intensa vida política, sindical y romántica de Filemón Escobar, más conocido como Filippo entre los suyos, debido a que el libro nos revela facetas hasta hoy desconocidas por propios y extraños, ya que este ideólogo y dirigente sindical de estirpe, a diferencia de otros ejecutivos de la Central Obrera Boliviana, fue un amante de la literatura, la música clásica, la pintura y la cultura en general, que lo convirtió en uno de los pocos obreros intelectuales. Nos legó seis obras de su autoría y una vasta enseñanza sobre la moral y la ética de un político que nunca dejó de luchar por mejorar las condiciones de vida y trabajo de sus compañeros de clase.

La Prof. Olga Vásquez, con datos que nacen de su propia experiencia y vivencia junto al líder sindical, nos retrata a un Filippo que supo ser fiel a sus convicciones ideológicas, incluso en los momentos en que los vientos políticos soplaban en su contra.

El libro es un recuento de más de medio siglo de luchas, derrotas, triunfos, esperanzas y sueños, que les tocó vivir a la familia Escóbar-Váquez, pero, además, este testimonio de primera mano, nos presenta un puñado de poemas escritos por el líder sindical, una de las facetas hechas en versos, quizás la menos conocida, que sorprenderá a más de un lector, que solo llegó a conocerlo en su ajetreada vida pública, política y sindical.

El libro, Mi vida junto a Filippo, es una obra que está destinada a ser un libro de lectura obligatoria para quienes quieren conocer, más a fondo,  las luces y sombras de uno de los ideólogos de la izquierda boliviana, cuyo monumento luce en la actualidad en el distrito minero de Catavi, donde fue secretario general del Sindicato Mixto y donde escribió la Tesis de Catavi, en 1985, un documento aprobado por el Congreso de la Federación de Mineros y base principal para la planificación de la Marcha por la Vida en 1986.