MICROTEXTOS I
Capacidades
diferentes
Éramos una pareja perfecta, aunque estábamos mutilados
por la explosión de una garrafa de gas. Ella quedó sin piernas y yo sin brazos.
Nos amábamos locamente, complementándonos en las buenas y en las malas, hasta
el día en que, tras la explosión de otra garrafa de gas, ella perdió los brazos
y yo las piernas. Entonces ya no podíamos acariciarnos ni con los brazos ni con
las piernas. Lo peor es que dejamos de amarnos y, como bultos de carne, nos
separamos sin hablarnos ni mirarnos, porque, además de estar mutilados, éramos
ciegos y mudos, una pareja con capacidades diferentes.
En el infierno
No hay paz, ni tiempo, ni espacio. Es un mar en llamas
habitado por seres monstruosos nacidos y crecidos en las entrañas más profundas
de la Pachamama. El infierno está cercado de ríos y valles de fuego, donde todo
es dolor, pena y olvido.
El amo del infierno, hecho de luces y piedras preciosas,
tiene el aspecto de macho cabrío, cuernos pequeños, ojos grandes y espantosos,
nariz ganchuda, barba de chivo, manos corvas como garras de aves de rapiña;
lleva una corona en la nuca y un enorme cuerno entre las piernas.
En el infierno arden los hombres y las mujeres que
pecaron en el reino de los vivos, en vez de ganarse la divina llave para entrar
en el paraíso de los muertos. En el infierno no hay compasión ni perdón, todo
se paga caro entre tridentes y latigazos de fuego. En el infierno…
Engaños
La engañó a su esposa con todas las mujeres del pueblo.
La engañó desde que se conocieron, desde que se comprometieron y se casaron. No
hubo un solo día que no estuviese con alguna de ellas, que también engañaban a
sus maridos con todos los hombres del pueblo.
Los gramáticos
En el principio era el verbo y el verbo era Dios. Después
era el sustantivo y el sustantivo era el Diablo. Después del verbo era el
adverbio y después del sustantivo era el adjetivo. Después el sujeto y el
predicado. Así fue desarrollándose el lenguaje de los humanos, hasta que
aparecieron los gramáticos, complicándolo todo lo que empezó siendo un simple
verbo.
El principito
Antoine de Saint Exupéry, autor de El principito, antes
de desaparecer misteriosamente a bordo de su avioneta en un desierto del norte
de África, volvió a encontrarse con su pequeño amigo en un asteroide lejano,
donde las flores tenían voz y pensamientos; pero esta vez, en lugar de dibujar
un elefante dentro de la serpiente-boa, con apariencia de un sombrero, dibujó
un elefante con la trompa que tenía la apariencia de una serpiente-boa.
–¿Qué hay dentro del elefante? –preguntó el aviador, que
era el alter ego de Antoine de Saint Exupéry.
El principito, quien antes pudo ver con asombrosa
facilidad al elefante digerido por una serpiente-boa, contestó:
–Dentro del elefante hay una caja, dentro de la caja un
carnero con cuernos y, como tú bien sabes, hay también una serpiente-boa
fugándose por la trompa del elefante.
Detective
Su sombra era el detective que le seguía y perseguía los
pasos pisándole los talones.
Fidelidad
Era el único hombre fiel en el pueblo y, sin embargo, el
que más engaños amorosos soportó.
La muerte
Es un largo camino por donde irás y no volverás.
Canibalismo
Cuando su esposa se negó a obedecer sus palabras, él
remontó en cólera y reavivó su canibalismo. La cogió por las trenzas y la
arrastró hasta el oscuro sótano de la casa, sacó el combo de la caja de
herramientas y la golpeó en la cabeza hasta destaparle los sesos. Después
empuñó el machete, la decapitó y le cercenó las extremidades. Bebió su sangre y
comió sus restos, empezando con la lengua y terminando con los pechos. Con las
partes que no pudo engullir, cocinó guisos para dárselos de comer a sus hijos.
Mi cadáver
Una voz temblorosa anunció el descubrimiento de mi cadáver. Desde ese instante, se puso en marcha una compleja maquinaria de investigación, todo con el objetivo de explicar el crimen y dar con el culpable. Un policía tomó fotografías del lugar, de la posición de mi cadáver y mis heridas, mientras otro recogía objetos en busca de huellas, pelos, manchas somáticas o cualquier otro posible indicio del crimen. Pero lo que nadie sospechaba era que toda la investigación para encontrar al culpable se tornaría en una labor inútil, debido a que el asesino, que me quitó la vida con premeditación y alevosía, se escondía dentro de mi cadáver.
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