TILLSAMMANS (JUNTOS)
Como todos los inmigrantes llegados de tierras lejanas,
obligado a aprender un nuevo idioma como guagua recién nacida, tuve
dificultades para enriquecer mi vocabulario y diferenciar algunas palabra de
otras; un proceso de aprendizaje que no estaba exento de problemas.
Durante los primeros años que viví en Estocolmo, hice todo lo posible por
integrarme a la sociedad, con las esperanzas de convertirme en una ciudad más,
pues sabía que Suecia, a pesar de su largo y gélido invierno, llegaría a ser mi
segunda patria. Y, claro está, en mi afán de acercarme a los suecos, tomé
contacto con una de mis vecinas; una mujer en el meridiano de su vida, que
desprendía jovialidad y lucía hermoso cuerpo, cabellera castaña y actitud
simpática, recodándome a las mujeres del mediterráneo.
Cada vez que nos encontrábamos en la puerta que daba a la calle, nos
saludábamos con cortesía e intercambiábamos algunas palabras antes de
despedirnos con una sonrisa afectiva. El problema de nuestra amistad estaba en
que cada vez que ella me decía:
–Ha en bra dag (Ten un buen día),
Glad påsk (Alegre pascuas), Trevlig sommar (Buen verano) o God Jul och Gott Nytt År (Feliz Navidad
y próspero Año Nuevo)…
Yo siempre le contestaba:
–Tillsammans (Juntos).
Así transcurrió el tiempo, hasta que una noche, cuando ella salía a la
calle y yo regresaba del trabajo, nos encontramos en la puerta. Nos saludos
como de costumbre y, a tiempo de despedirnos, me dijo:
–Ha en trevlig kväll (Ten una divertida noche).A
lo que le contesté risueño:
–Tillsammans (Juntos).
Ahí nomás,
justo cuando crucé la puerta, en dirección a mi apartamento, escuché un grito a
mis espaldas:
–¡Hallå där! (¡Oye tú!)
Me paré de golpe, me volví y, por primera vez, me encontré con el rostro
enfurecido de mi vecina.
–¿Qué pasa? –pregunté sin entender lo qué ocurría.
Me lanzó una fulminante mirada y me habló con un tono de voz que no había
escuchado antes.
–¡Tú sabes que tengo marido e hijos y que no estoy interesada en ti! ¡¿Me
entiendes?!
–Ya lo sé –le contesté algo sorprendido–, pero no importa que estés casada
y tengas hijos, tú me gustas igual...
Mi vecina se puso roja como el cangrejo hervido, no pudo contener su rabia
y pegó un grito en el cielo:
–¡Dra åt helvete! (¡Vete al diablo!)
Y yo le contesté:
–Tillsammans (Juntos).
Luego giró sobre un talón y me dejó plantado como a una estatua.
Cuando entré en
mi apartamento, le conté a mi esposa lo sucedido con la vecina. Ella estalló en
una sonora carcajada y, echando lágrimas de tanto reír, me aclaró el problema:
–Cuando te dicen:
Ha en bra dag, Glad påsk, Trevlig sommar
o God Jul och Gott Nytt År, jamás se
debe contestar: TILLSAMMANS (Juntos),
sino siempre: DETSAMMA (Igualmente).
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