LARRY LEMPERT, AUTÉNTICO PROMOTOR
DE LA LITERATURA INFATO-JUVENIL
Larry Lempert, un viejo amigo de quien escribe esta nota,
nació en una ciudad sureña de Suecia, en 1947. Hijo de padre norteamericano y
madre sueca. Acumuló desde su juventud una amplia experiencia en las
bibliotecas públicas, en las que contribuyó desinteresadamente en la promoción
de los libros destinados a los niños y jóvenes.
Lo conocí a principios de los años 80 en la Biblioteca de
Tyresö, donde él ejercía como responsable de la sección dedicada a la
literatura infantil, consciente de que la formación de los lectores debía
iniciarse a temprana edad, tanto en el seno de la familia como en las aulas de
las unidades educativas. Su entusiasmo como bibliotecario de vocación no
conocía límites y su afán por difundir la literatura entre niños y jóvenes era
el objetivo principal de su vida.
Nunca se dejó vencer por las vicisitudes que llegaron con
las nuevas tecnologías, que paulatinamente alejaron a los lectores de las salas
de las bibliotecas, ya que Larry Lempert, con su alma de luchador invencible,
ideó otras formas para seguir fomentando el hábito de la lectura. Por ejemplo, si los lectores no concurrían a la
biblioteca, él se encargaba de llevar los libros hacia donde estaban los
lectores. Cargaba una pila de libros sobre la plataforma de un carruaje de dos
ruedas, que concibió con el fulgor de su imaginación, y, una vez que lo
sujetaba delante de una motocicleta, arrancaba el motor rumbo a las guarderías,
escuelas y colegios, donde lo conocían como el
bibliotecario del municipio de Tyresö.
Años después, mientras conversaba con unos amigos suecos
que lo conocían desde siempre, me enteré de que se había mudado a un
apartamento de la zona central de la ciudad y que había renunciado a su cargo
de bibliotecario en Tyresö, para postularse como jefe de la Biblioteca
Internacional de Estocolmo, donde organizó una serie de actividades
concernientes a la literatura internacional, que le valió el reconocimiento de
varias instituciones nacionales y extranjeras. Mas no por esto, dejó de
fomentar la lectura entre los niños y jóvenes, ni dejó de desarrollar nuevos
métodos de trabajo para promover la lectura en escuelas y colegios.
Larry Lempert, en virtud a sus conocimientos y méritos
propios, fue miembro y editor del boletín de la sección sueca de la
Organización Internacional para el Libro Juvenil (IBBY). Formó parte del consejo
del Instituto Sueco de Libros Infantiles (OSE) y del grupo de trabajo del
Consejo de las Artes de Suecia, cuya tarea consistía en apoyar la producción de
cómics y libros de ficción para los pequeños lectores. Durante gran parte de la
década de los 90, fue miembro de la sección de literatura infantil y juvenil de
la Federación Internacional de Asociaciones de Bibliotecarios (IFLA), en la que
aportó con lo mejor de su experiencia, ya que Larry Lempert, como todo amante
de los libros y los niños, estaba convencido de que las bibliotecas eran
espacios donde cabían todas las personas, sin distinción de razas ni
condiciones sociales, y que el trabajo del bibliotecario era fomentar la
lectura, estimular la imaginación y difundir los conocimientos consignados en
los libros, en beneficio de la humanidad y la cultura de los pueblos.
Sin embargo, uno de sus mayores retos fue asumir la
presidencia de la fundación de la célebre escritora sueca Astrid Lindgren,
donde ha sido uno de los pilares fundamentales, junto a otros miembros del
jurado, expertos en los vericuetos de la literatura que nos ocupa, en la
concesión del Premio Astrid Lindgren Memorial Award (ALMA), que, además de
estar destinado a fortalecer la posición del libro infantil y juvenil en el
mundo, fue diseñado sobre la base de los principios universales de los derechos
del niño emanados por la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Este premio
en memoria de Astrid Lindgren, instituido por el gobierno sueco en 2002,
constituye el galardón más importante destinado a destacar a los escritores,
narradores orales, promotores de lectura e ilustradores de la literatura
infantil y juvenil. El premio asciende a los cinco millones de coronas suecas y
se otorga anualmente en la ciudad de Estocolmo, con la presencia de destacadas
personalidades del ámbito cultural y literario.
El año que trabajamos juntos en la Biblioteca de Tyresö,
Larry Lempert vivía todavía con otros militantes de la izquierda sueca, en una
suerte de comunidad colectiva, en la
que todos compartían los quehaceres domésticos, la educación de los niños y las
responsabilidades en el mantenimiento de una enorme casona ubicada en el campo,
cerca de un castillo de estilo medieval. Eran los años en que nuestros hijos,
aunque no eran compañeros de curso, estudiaban en la misma escuela y colegio;
una situación que nos unía como a padres y afianzaba nuestra amistad.
Larry Lempert, como todo buen anarquista, militaba en la Asociación de
Sindicalistas Suecos (SAC), que no sólo postulaba los principios ideológicos de
que la liberación de los trabajadores
será obra de ellos mismos, sino que también editaba el periódico Syndicalisterna (Los sindicalistas), que
llenaba sus páginas con noticias, citas de Pierre-Joseph Proudhon y Mijaíl Aleksándrovich Bakunin, síntesis de los más de 150 años
de la historia del movimiento obrero sueco y el pliego de las principales
demandas laborales del sindicalismo radical. Se trataba de un periódico, a todo
color y en formato tabloide, que él distribuía entre sus camaradas, amigos y
conocidos, y, como es natural, me pasaba un ejemplar, de cuando en cuando, para
que lea los artículos que instaban a poner en jaque a los grandes empresarios
privados y al Estado burgués, que defendía los intereses del capitalismo en desmedro
de la clase trabajadora.
Larry Lempert es -y seguirá siendo- un bibliotecario que
dignifica su profesión, porque es un ser dispuesto a compartir sus cuarenta
años de experiencias acumuladas en el templo de los libros y porque se ha
convertido en un indiscutible referente en el campo de la literatura infantil y
juvenil a nivel internacional. No es casual que en los últimos decenios se haya
dedicado a dictar conferencias tanto en Suecia como en otros países y que sus
conocimientos estén siendo divulgados en seminarios para autores,
bibliotecarios e investigadores.
Este profeta de los libros bien escritos e ilustrados,
desde que obtuvo su título en la Escuela Superior de Bibliotecarios, se ha
empeñado en que el acercamiento hacia la poesía y la prosa sea una experiencia
placentera, y que los niños y niñas disfruten del proceso de aprendizaje de la
lectura y escritura, pero no como una aburrida tarea escolar, sino como un
requisito indispensable para ingresar en el mágico mundo de las ideas, imágenes
y letras.
Por lo demás, bebo reconocer que gracias a Larry Lempert,
un sueco con espíritu de niño-grande, incursioné en el fabuloso reino de la
literatura infantil y juvenil. De no haber sido por su amistad y nuestro
encuentro en la Biblioteca de Tyresö, es probable que mi interés por conocer a
los escritores e ilustradores, que descargan toda su fantasía y talento en la
creación de los maravillosos libros dedicados a los pequeños lectores, no
hubiera ocupado un considerable espacio en mi quehacer literario; más todavía,
me siento obligado a escribir esta nota, para dejar constancia de que nada
viene de la nada y que todos somos alumnos en la escuela de la vida, donde por
suerte existen algunos amigos que, sin necesidad de asumir el rol de maestros,
nos iluminan con su experiencia y nos inspiran con su ejemplo.
No hay comentarios :
Publicar un comentario