lunes, 31 de agosto de 2015


RECADO DE UNA CHULLPA AUSENTE

Desde estos confines de la Pachamama, donde el frío se instala en los huesos y el torbellino de nieve recuerda el esplendor del Illimani, saludo a los arawikus reunidos cerca del lago sagrado de los incas, prestos a celebrar el inicio de un nuevo ciclo de la poesía boliviana, en un acto de convivencia armónica con los seres divinos, benignos y malignos de la cosmogonía andina.

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Aunque suscribí el documento: Recado de unas chullpas halladas en el Siglo  XXI, junto a los poetas -antipoetas- Marcelo Arduz, Jorge Campero, Martha Gantier y René Antezana, me veo impedido a cumplir el compromiso por razones ajenas a mi voluntad, y no porque dejé de abrigar las esperanzas de reencontrarme con mis ancestros desde 1985, año en que se realizó el Primer Encuentro Internacional de Jóvenes Creadores, en Madrid, España.

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Sin embargo, a la distancia, como una chullpa raptada por los vikingos, invocaré a los mallkus y achachilas para que permitan soplar mi voz en las zampoñas y dejen escuchar los latidos de mi corazón en los tambores, y rogaré a los vientos del Tahuantinsuyu para que me concedan la gracia de comunicarme telepáticamente con quienes, reunidos al amparo de la Killa y el Inti, tejerán durante dos días y dos noches hermosos aguayos con los hilos mágicos de la poesía.

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Desde esta lejana Thule, atrapado en las redes de Internet como araña cibernética, prometo que seguiré vuestros pasos hasta cuando la Pachamama vuelva a comer y beber de nuestros cuerpos, y hasta que, otra vez convertidos en chullpas y embarcados en el largo viaje a lo desconocido, nos vuelvan a desentrañar en los albores del próximo milenio, con un cofre poético entre las manos y la firme promesa de reunirnos en la tierra de nuestros antepasados; un reencuentro al que asistiré así sea arrastrando el grito de mis huesos.

Hasta entonces, pues, queridos y recordados arawikus.

Víctor Montoya
Estocolmo, enero de 2000.


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