CINCO AÑOS DE LAS MASACRES EN SACABA Y SENKATA
Se cumple un año más de los luctuosos acontecimientos de
octubre-noviembre de 2019, cuando la colectividad nacional reaccionó ante un
supuesto monumental fraude electoral,
cometido por el candidato del partido gobernante, que procuraba perpetuarse en
el poder por medios reñidos con los procesos democráticos que legitiman el voto
de los ciudadanos que, convocados a las urnas electorales, deciden, en absoluta
libertad, la suerte del futuro gobierno y el destino del país.
Rememorar los sucesos en Sacaba y Senkata, que
conmocionaron a la ciudadanía en general, implica volver la mirada hacia los
antecedentes y las consecuencias de la crisis del Estado Plurinacional de
Bolivia que, tras las elecciones presidenciales de 2019, derivó en actos
violentos entre el 21 de octubre y el 24 de noviembre. En tales circunstancias,
las fuerzas militares y policiales, destinadas a romper los bloqueos de la
resistencia organizada, abrieron fuego contra la población civil, causando
decenas de caídos y un reguero de heridos, mientras otros eran arrestados,
entre golpes e improperios, acusados de promover actos de terrorismo en el país.
Escribir sobre una de las etapas más violentas de la
historia contemporánea de Bolivia, es una forma de recuperar los testimonios
personales y la memoria colectiva, en afán de realzar la conciencia política de
un país que, a pesar de los diversos Golpes de Estado y los baños de sangre,
supo sobrevivir de pie y nunca de rodillas, sobreponiéndose a los designios de
quienes pretendían volver la rueda de la historia hacia el pasado sombrío,
donde pocos tenían mucho y muchos no tenían nada.
Los crímenes de lesa humanidad, perpetrados por las fuerzas
represivas del Gobierno de Transición
en Sacaba y Senkata, fueron viralizados por los medios de prensa y las redes
sociales, no solo porque los disparos estaban dirigidos contra el pueblo
desarmado y vulnerable, sino también porque los principales actores eran los
sectores convulsionados que se identificaban con las causas justas y las
libertades democráticas en un Estado de Derecho.
A cinco años de los trágicos sucesos en Sacaba y Senkata, en octubre-noviembre 2019, es menester discutir y reflexionar en torno a esos dolorosos procesos sociopolíticos, que ojalá no vuelvan a repetirse ni a enlutar en mantos de sangre y melancolía al pueblo boliviano. No es lógico ni justo que las familias de las víctimas caídas en los enfrentamientos de Sacaba y Senkata, donde los mandos militares y policiales, amparados por el Decreto Supremo 4078, promulgado por el Gobierno de Transición”, cometieron una abominable masacre en pleno siglo XXI; por cuanto los responsables deben ser juzgados con todo el rigor de la ley, para que los funestos hechos no queden en el olvido ni en la impunidad, para que las víctimas y sus familiares encuentren la verdad y la justicia, y para que el mundo entero sepa que la libertad y la soberanía de un pueblo no se matan a golpes de porra ni con el lenguaje de las armas de fuego.
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