A
mediados de julio de 2005, viajé a la ciudad asturiana de Gijón, invitado a la Semana Negra, que anualmente reúne a
escritores de novelas policíacas. En realidad, yo estaba en el festival para
presentar mi libro Cuentos de la mina,
que acababa de ser publicada en Asturias por la Editora del Norte. Se entiende que no estaba como autor de novelas
policíacas, sino de una literatura más negra que las novelas negras. Así que,
antes y después de cumplir con mis actividades programadas en las minas de
carbón de Cangas del Narcea y Cuenca del Nalón, los escritores nos reuníamos para
almorzar y cenar en el restaurante de un hotel céntrico de la ciudad.
Uno
de esos días, sin pensarlo ni proponérmelo, me encontré con el escritor y
activista sindical Francisco Ignacio Taibo Mahojo, más conocido como Paco
Ignacio Taibo II, quien era el responsable del evento cultural de la Semana Negra. No lo conocía más que por
referencia y algunos artículos que leí sobre su vida y su obra en la prensa. Me
llamaba la atención más por haber escrito la biografía del comandante
guerrillero más famoso de América Latina -Ernesto
Guevara, también conocido como el Che, basada en una extensa y rigurosa
bibliografía-, que por sus novelas policíacas, las mismas que tuvieron una
amplia difusión en más de una veintena de países.
De
Paco Ignacio Taibo II no sabía nada más hasta entonces, salvo que fue merecedor
de premios internacionales y que publicó su primer libro a los 22 años de edad,
que estudió sociología y literatura en la Universidad Nacional Autónoma de
México, que fundó y dirigió varias publicaciones de carácter sociocultural y
que, como parte de su larga trayectoria como periodista y gestor cultural,
fundó Para Leer en Libertad AC,
proyecto de fomento a la lectura y de divulgación de la historia de México.
Nos
saludamos en el hall del hotel y, a la hora del almuerzo, compartimos la misma
mesa en el restaurante que daba a la calle. Me llamó la atención su aspecto de
hombre desprolijo, vestido con un bluyín ajado y una playera ajustada a su
abombado vientre.
Nos
miramos a los ojos y, sin mayores preámbulos, hablamos sobre la realidad
política de México, sobre su visita a Bolivia, su recorrido por Valle Grande y
Ñancahuzú, para ubicarse mejor en el contexto topográfico de la zona geográfica
donde se desarrolló la guerrilla del Che.
El
día estaba soleado y hacía un calor como para vaciarse varios vasos de cerveza
fría. En el restaurante exterior del mismo hotel, donde estuvimos hospedados
los escritores provenientes de diferentes países, los comensales empezaron a
leer el menú y a ordenar su plato preferido. Yo pedí lo mismo que ordenó Taibo:
una fabada, el platillo bandera y tradicional de la cocina asturiana y, por antonomasia,
de la gastronomía española.
Al
cabo de un tiempo, mientras contemplaba de sesgo la gordura de Paco Ignacio
Taibo II, me sirvieron la fabada en un hondo plato de barro, tenía aroma a
laurel y el caldo lucía un color anaranjado debido al azafrán. En la cazuela,
todavía humeante, podía distinguirse judías blancas, chorizos, morcillas, lacón
y tocino. Me llevé la primera cucharada a la boca y sentí una textura mantecosa
en el paladar, junto al sabor de la cebolla, el ajo y el perejil. Este platillo
rico en calorías y grasa, cuya porción fue excesiva para mí, me produjo, al
cabo de la ingesta, unos reflujos gastroesofágicos, cuyo malestar tuve que
aliviar con una copa de aguardiente o, como dirían los comensales bolivianos,
con un traguito para bajar el chanchito.
Sin embargo, a pesar de los ligeros malestares, me sentí satisfecho de haber
probado por primera vez en mi vida la fabada, un potaje divino capaz de
despertar hasta a los muertos.
Cuando
Paco Ignacio Taibo II terminó de engullir la fabada, como un gourmet
acostumbrado a degustar los platillos de su preferencia, encendió un cigarrillo
y, como si se tratara de un apetecido postre, se tragó el humo que luego lo
lanzó por entre sus mostachos teñidos por la nicotina. No tomó mucho tiempo
para advertir que estaba delante de un hombre que, por experiencia y sabiduría,
sabía paladear las comidas y bebidas que ayudan a sobrellevar los sinsabores de
la vida.
Ese
mismo día, de aires cálidos y cielo despejado, me refirió algo sobre la
biografía de Pancho Villa, lista para ser publicada a nivel internacional, y
sobre un proyecto que tenía en marcha sobre la revolución mexicana, incluida la
biografía de Emiliano Zapata. Ahí nomás, estando imbuidos en una charla en
torno a un tema apasionante por su magnitud, mitos y leyendas, se presentó su
anciano padre, quien estaba en su tierra natal para visitar a los familiares y
los viejos amigos, y no para participar en la Semana Negra.
Así
que, en esa misma ocasión y en el mismo restaurante del hotel, tuve la oportunidad
de tratar con don Ignacio Taibo I, quien, además de haber vivido de cerca la
Guerra Civil Española, escribió un libro sobre la gastronomía asturiana,
intitulada Breviario de la Fabada. Ya
entonces se lo veía algo deteriorado de salud, hasta que, dos años después, me
enteré que falleció víctima de neumonía.
Su
hijo, el escritor asturimexicano, Paco Ignacio Taibo II, se mostró con su lado
más humano y me dejó la impresión de que se trataba de un tipo bonachón,
amable, simpático y hasta jovial, porque tuvimos instantes en los que bromeamos
y nos reímos como dos viejos amigos, quienes tienen las mismas travesuras y los
mismos ideales de libertad y justicia.
Aquel
mediodía que compartimos en el restaurante, donde intercambiamos impresiones
sobre los fantasmas de la política y la literatura, se quedó fijada entre mis
recuerdos, como un haz de luz que se mete en la memoria y no se apaga. Por lo
demás, mientras hablábamos amenamente, él fumaba y no dejaba de fumar, hasta
que llegó el instante en que, convocados por las actividades que debíamos
cumplir por la tarde y la noche, nos despedimos con un abrazo y un fuerte
apretón de manos, pero con la promesa de volvernos a reencontrar en algún punto
de este mundo cada vez más injusto y contaminado.
Thank you for providing a nice post. Why Are Outsourcing Call Center Services Essential in Healthcare and Medical?
ResponderEliminar