domingo, 6 de marzo de 2022

A VÍCTOR MONTOYA 

Grover Cabrera García (*)

Mientras el Tata Inti, dios andino, festejaba su solsticio de invierno,

el Tío de la Mina, desde los socavones mineralizados de su averno,

esperaba el nacimiento de su fiel servidor y escribano,

de su devoto narrador, elegido por el taciturno arcano.

 

Así fue. Un veintiuno de junio de hace más de cinco décadas

nació Víctor, bendecido por el Illimani y sus astas nevadas,

que en perpetua relación rocosa fue presentado

a la montaña Llallagua, como su mimado.

 

Desde niño fue atrapado por los postulados de la dialéctica

marxista, por el dolor del pueblo y por la magia ecléctica

del Tío de la Mina, que le permitieron pensar diferente

y desarrollar el arte de escribir a favor de su gente.

 

La opresión y represión de sus cancerberos, los militares,

que con su Plan Cóndor, le permitieron volar por los altares

majestuosos de la creatividad y de la imaginación,

revelando la caída del capitalismo y su degeneración.

 

LA SEGUNDITA PARA VÍCTOR 

Fue acunado por el níveo poncho del Illimani,

revestido por el ropaje

del dolor, sangre y luto del pueblo trabajador.

Adoctrinado por las páginas

revolucionarias del socialismo marxista.

 

Fue encarcelado por las hordas represivas

del capitalismo criollo.

Donde los barrotes de acero, si bien apresaron

su cuerpo físico,

jamás laceraron su mente, ni su corazón.

 

Entre cuentos, novelas y relatos vivenciales

denunció a los cuatro vientos

el dolor y sufrimiento del pueblo trabajador

que jamás se sintió rendido

ante la vil arremetida de los lacayos del imperio.

 

Con el grito de liberación nacional,

encajado en su pluma creativa

y con el Tío de la Mina a cuestas, Víctor pasea

por el mundo nuestra cultura

milenaria, ancestral y plurinacional. 

(Llallagua, 27/9/2016) 

*Poeta y narrador llallagueño.


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