EL PUPITO (*)
El hijo de los
patrones, niño precoz y majadero, le preguntó a la empleada doméstica:
–¿Puedo
tocarte el pupito?
Ella,
acostumbrada a concederle sus caprichos sin decir ni sí ni no, se echó en la
cama y entornó los ojos, se dejó levantar la pollera, la enagua y bajar los
calzones. Al poco rato, al sentir que algo le rozaba entre las piernas, se
ruborizó y dijo:
–Eso no es mi
pupito…
A lo que el
niño repuso:
–Tampoco es mi
dedito...
* La palabra “pupito”, en Argentina y Bolivia, es igual a “ombliguito”.
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