viernes, 11 de abril de 2025

MICROTEXTOS IX

El ladrón

Se robó la Biblia, sin saber que estaba robándose la palabra de Dios.

La espera

A la muerte hay que esperarla como se espera a la mujer amada, porque llega cuando le da la gana y mientras menos se la espera.

La vida

–¿Cuál es el significado de la vida? –preguntó uno, barriendo el aire con un tono de persona escéptica.

–La respuesta es simple –contestó otro, de manera breve y categórica–. El significado de la vida es la vida misma.

Ellas                                                                                                                 

Las damas de compañía, mujeres de belleza divina y juveniles años, son vidas que inspiran y amores que matan.

Pasión secreta

El control de la autosatisfacción está simbolizado por el cinturón de castidad, que evita la masturbación, considerada todavía un pecado mortal y, como dirían algunas novicias sometidas al voto de castidad, evita que los traviesos dedos de la mano jueguen con el pequeñín que genera el mayor placer de las pasiones secretas.

Oralidad

Cristo predicó hasta el cansancio. Era maestro de la tradición oral. Sus sabias enseñanzas no las escribió en un libro, sino en la memoria de sus discípulos. Si alguna vez intentó escribir algo en la arena, las olas se encargaron de borrar para no dejar constancia de su amor por Magdalena. 

Hijo del Hombre

No debe ser fácil nacer por obra y gracia divina, ser sufrido entre los sufridos, azotado en el vía crucis, agonizar en el Gólgota, morir claveteado en los maderos y, como si fuera poco, resucitar para ser rey entre los reyes, nada menos ni nada más que por ser el Hijo del Hombre.

Gato negro

En la Edad Media, de acuerdo a las supersticiones, se creía que el Diablo se encarnaba en el gato negro, en esta mascota preferida por las brujas. Si una persona se cruzaba en el camino con un gato negro, este tendría no solo un día de mala suerte, sino un día menos de vida, porque no se cruzó con el gato sino con el Diablo.

Amor

Tu amor me arde en el pecho como una llamarada, llamándome amor desde el fondo de tu alma.

Quijote

En todo hombre anida un Quijote, un soñador, un justiciero, un aventurero y un loco enamorado, dispuesto a vivir batallas, desafíos, desilusiones, requiebros, amores, tormentas y disparates.

No es casual que el luchador social sea el prototipo del Quijote. Simboliza, por antonomasia, la abnegación y la entrega a nobles causas, como son los ideales de la libertad y la justicia.

El hombre, común y corriente, es un Quijote desarmado. No lleva yelmo, ni cota con anillos de acero, ni coraza de hierro para protegerse de las afiladas espadas y las armas de fuego. No lleva adarga al brazo ni lanza en ristre para acometer contra los enemigos del género humano.

El hombre es un Quijote que solo necesita armarse de coraje, como todo caballero de armas llevar, y acometer contra el adversario con la firme decisión de infligirle una derrota. Así lo hizo el caballero de la triste figura cuando se enfrentó al rebaño de ovejas y a los molinos de viento, creyéndolos enemigos invencibles por su ferocidad y sed de sangre.

El hombre, incluso cuando se trata de conquistar a una mujer, es un Quijote de sentimientos desenfrenados, un Quijote capaz de perder los estribos de su corazón y entregarse en cuerpo y alma a la mujer que ama con la fidelidad de un escudero y un perro galgo.

El hombre es un Quijote apasionado, que puede enloquecer por un amor platónico, ataviarse con armaduras de ternura, cabalgar en un Rocinante de ilusiones, desenvainar la afilada espada de la paz y desbaratar los peligros que amenazan la vida de su amada, aunque la bellísima Dulcinea solo exista en su imaginación y en su loco corazón de enamorado.

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