lunes, 1 de abril de 2024

CUENTOS DEL MÁS ALLÁ

En todas las épocas y culturas, al margen de las nuevas tecnologías de comunicación, se han creado y recreado cuentos de espanto y aparecidos, ya que forman parte de nuestra condición humana más primitiva, de nuestros instintos de supervivencia y de nuestro inevitable temor a lo desconocido. Los humanos, perdidos en medio de la naturaleza salvaje, sostenía Federico Engels, han sido capaces de formularse preguntas sobre el porqué de las cosas materiales e inmateriales, aunque no siempre hallaron respuestas racionales y científicas. Así que, desde la más remota antigüedad, se han dedicado a desentrañar los misterios que esconden los fenómenos físicos y paranormales. Es ahí donde entroncan mis Cuentos del más allá, que no son otra cosa que narraciones vinculadas a las creencias ancestrales de nuestras culturas y al sincretismo religioso que se generó en nuestro continente tras la circunnavegación de Cristóbal Colón.

Los bolivianos, desde la niñez, hemos crecido escuchando cuentos de espanto y aparecidos en boca de nuestros padres y abuelos. Son narraciones que no pasan de moda; por el contrario, se reinventan y se actualizan sin cesar. De ahí que los Cuentos del más allá, al menos para los aficionados al género de terror, siguen siendo tan actuales como en el pasado. No es casual que los internautas modernos, que manejan con destreza las diversas aplicaciones del celular, Facebook, Twitter, YouTube, TikTok o WhatsApp, hagan circular por las redes una infinidad de cuentos que los transportan a otras dimensiones, donde es posible disfrutar de las aventuras y desventuras de los personajes fantásticos y extraterrenales creados tanto por los autores como por el poder de la imaginación popular, que no conocen barreras temporales ni espaciales.  

La mayoría de los cuentos de espanto y aparecidos, que fueron rescatados de manera literaria por los escritores de todos los tiempos, para evitar que sucumban en los polvos del olvido, forman parte del patrimonio cultural de un pueblo, con la impronta que caracteriza a cada uno de los autores que recrean –y recrearon– la tradición oral, que está en el origen de todas las grandes culturas, respetando la esencia impuesta por los valores ético-morales de una determinada época en el desarrollo de la colectividad.

Los Cuentos del más allá, que se publicaron como cuenta gotas en el suplemento sabatino del diario Extra, tuvieron una excelente acogida entre los fanáticos del género de terror, incluidos los estudiantes de secundaria de varios establecimientos educativos, que adoptaron como material de lectura entra en sus clases de lenguaje y literatura.

No está por demás decir que la publicación del libro, hecho de magia, fantasía y supersticiones, me ha colmado de enormes satisfacciones y, a la vez, me planteó un reto que puso a prueba mi vocación de narrador y mi capacidad de crear y recrear cuentos paranormales, con las mismas técnicas y los mismos recursos escriturales que requieren otros géneros para el tratamiento de otros temas ajenos a la literatura de terror y ciencia ficción.       

Los Cuentos del más allá, además de tocar la sensibilidad emocional de los lectores, transmiten una sensación de miedo, horror y suspenso como parte del desarrollo de la trama, con un lenguaje elíptico y una fuerza imaginativa que inducen hacia un universo de espanto y aparecidos, donde se complementan lo real y lo ficticio, como una forma de despejar las dudas concernientes a los fenómenos físicos de la naturaleza, los instintos de la condición humana, los misterios de la muerte y, consiguientemente, la existencia de otras formas de vida en el más allá.

Este espeluznante volumen de cuentos intentan convencer a los lectores de que es posible lo imposible, a través de cincuenta historias protagonizadas por criaturas fabulosas y seres que, después de muertos, retornan al reino de los vivos en forma de fantasmas, espíritus o almas en pena, produciendo sonidos, desprendiendo aromas y desplazando objetos en el mismo lugar donde habitaron o enfrentaron una violenta muerte, que los condenó a vagar sin poder encontrar la paz eterna en la tumba.

Los cuentos son una propuesta literaria en la que no faltan los argumentos imaginativos y, por supuesto, ficticios, con un gran despliegue del lenguaje simbólico y la descripción de ambientes tétricos que, de por sí mismos, conceden un dejo de suspenso a las narraciones de hechos paranormales que son clasificados como sucesos insólitos y del más allá, debido a que las mismas historias están contextualizadas en sitios desolados o sombríos, como catacumbas, cementerios, galerías mineras o casas abandonadas, ámbitos que provocan un sensación de temor a lo desconocido o sobrenatural que ha acompañado a la humanidad desde tiempos remotos, como una condición genética que nos heredaron los animales prehistóricos.

Es evidente que el género de terror, que forma parte de la literatura fantástica y gótica, tiene la propiedad de causar susto o miedo en el lector, a partir de elementos que juegan con la fantasía, los sentimientos más fuertes y primitivos del ser humano. El autor, durante el proceso de creación de su obra, imagina personajes y ambientes que permitan desarrollar una historia que, revestida de realismo y verosimilitud, penetre en la fantasía del lector como si de veras estuviese envuelto en una atmósfera de misterio, permitiéndole experimentar sensaciones emocionales vinculadas a una secuencia de hechos que le causan zozobra y espanto, aunque la historia narrada no sea más que una invención ficticia capaz de confundirse con la realidad cotidiana de una sociedad.  

En estos cuentos, escritos sobre la base de factores sobrenaturales, ambientes inquietante y personajes repulsivos que provocan sensaciones de miedo en el lector, se retratan a las almas condenadas, a los fantasmas sin nombre ni rostro, a los asesinos en serie, a los monstruos infernales y a los animales creados por el imaginario popular, con descripciones estremecedoras y escenas espeluznantes, donde andan sueltos los reaparecidos, brujas, vampiros, hombres lobos, mutantes y una serie de personajes con atributos ajenos a los que poseen los simples mortales. 

La literatura de terror, muchas veces denominada literatura gótica, se caracteriza por ser un género relacionado con el miedo, como si se quisiera explorar el lado oscuro de la naturaleza humana, a partir de acontecimientos que contienen elementos psicológicos o psicoanalíticos, comunes al género humano, indistintamente de la época, condición social y tradición cultural a la que pertenece el lector. Los cuentos de espanto y aparecidos no distinguen fronteras ni nacionalidades, debido a que son narraciones que llegan, con la misma fuerza, a los lectores que gustan y disfrutan leyendo cuentos que estimulan la imaginación y despiertan los instintos de horror ante los fenómenos que no tienen asidero en el pensamiento lógico y racional. Sin embargo, pese a las críticas por su inverosimilitud y sus escenas de sangre, son leídos con la misma avidez tanto en Oriente como en Occidente, tanto en África como en América. 

En los últimos años se ha incrementado la edición de libros de terror destinados a los adultos, niños y jóvenes, razón por la que es necesario aproximarnos a algunas de las características de esta temática, que cada vez tiene más autores y autoras que abordan la temática del terror desde distintos puntos de vista.

Los libros de terror, por su propia naturaleza, están basados en elementos fantásticos y, casi siempre, en fenómenos sobrenaturales y extraordinarios, con la intención de horrorizar al lector, tocándole las partes más sensibles de su ser, con historias que parecen emergidas de ultratumba o llegadas del más allá, del otro lado de la vida, donde se producen hechos escabrosos y sobrenaturales, cuyos sucesos aceleran la adrenalina y ponen la piel de gallina. 

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