CUENTOS
DEL MÁS ALLÁ
En
todas las épocas y culturas, al margen de las nuevas tecnologías de
comunicación, se han creado y recreado cuentos de espanto y aparecidos, ya que
forman parte de nuestra condición humana más primitiva, de nuestros instintos
de supervivencia y de nuestro inevitable temor a lo desconocido. Los humanos,
perdidos en medio de la naturaleza salvaje, sostenía Federico Engels, han sido
capaces de formularse preguntas sobre el porqué de las cosas materiales e
inmateriales, aunque no siempre hallaron respuestas racionales y científicas. Así que, desde
la más remota antigüedad, se han dedicado a desentrañar los misterios que
esconden los fenómenos físicos y paranormales. Es ahí donde entroncan mis Cuentos
del más allá, que no son otra cosa que narraciones vinculadas a las
creencias ancestrales de nuestras culturas y al sincretismo religioso que se
generó en nuestro continente tras la circunnavegación de Cristóbal Colón.
Los
bolivianos, desde la niñez, hemos crecido escuchando cuentos de espanto y
aparecidos en boca de nuestros padres y abuelos. Son narraciones que no pasan
de moda; por el contrario, se reinventan y se actualizan sin cesar. De ahí que
los Cuentos del más allá, al menos
para los aficionados al género de terror, siguen siendo tan actuales como en el
pasado. No es casual que los internautas modernos, que manejan con destreza las
diversas aplicaciones del celular, Facebook, Twitter, YouTube, TikTok o
WhatsApp, hagan circular por las redes una infinidad de cuentos que los
transportan a otras dimensiones, donde es posible disfrutar de las aventuras y
desventuras de los personajes fantásticos y extraterrenales creados tanto por
los autores como por el poder de la imaginación popular, que no conocen
barreras temporales ni espaciales.
La
mayoría de los cuentos de espanto y aparecidos, que fueron rescatados de manera
literaria por los escritores de todos los tiempos, para evitar que sucumban en
los polvos del olvido, forman parte del patrimonio cultural de un pueblo, con
la impronta que caracteriza a cada uno de los autores que recrean –y recrearon–
la tradición oral, que está en el
origen de todas las grandes culturas, respetando la esencia impuesta por
los valores ético-morales de una determinada época en el desarrollo de la
colectividad.
Los
Cuentos
del más allá, que se publicaron como cuenta gotas en el suplemento sabatino
del diario Extra, tuvieron una
excelente acogida entre los fanáticos del género de terror, incluidos los
estudiantes de secundaria de varios establecimientos educativos, que adoptaron
como material de lectura entra en sus clases de lenguaje y literatura.
No
está por demás decir que la publicación del libro, hecho de magia, fantasía y
supersticiones, me ha colmado de enormes satisfacciones y, a la vez, me planteó
un reto que puso a prueba mi vocación de narrador y mi capacidad de crear y
recrear cuentos paranormales, con las mismas técnicas y los mismos recursos
escriturales que requieren otros géneros para el tratamiento de otros temas
ajenos a la literatura de terror y ciencia ficción.
Los
Cuentos
del más allá, además de tocar la sensibilidad emocional de los
lectores, transmiten una sensación de miedo, horror y suspenso como parte del desarrollo de la trama,
con un lenguaje elíptico y una fuerza imaginativa que inducen hacia un universo
de espanto y aparecidos, donde se complementan lo real y lo ficticio, como una
forma de despejar las dudas concernientes a los fenómenos físicos de la
naturaleza, los instintos de la condición humana, los misterios de la muerte y,
consiguientemente, la existencia de otras formas de vida en el más allá.
Este
espeluznante volumen de cuentos intentan convencer a los lectores de que es
posible lo imposible, a través de cincuenta historias protagonizadas por
criaturas fabulosas y seres que, después de muertos, retornan al reino de los
vivos en forma de fantasmas, espíritus o almas en pena, produciendo sonidos, desprendiendo
aromas y desplazando objetos en el mismo lugar donde habitaron o enfrentaron
una violenta muerte, que los condenó a vagar sin poder encontrar la paz eterna
en la tumba.
Los
cuentos son una propuesta literaria en la que no faltan los argumentos
imaginativos y, por supuesto, ficticios, con un gran despliegue del lenguaje simbólico
y la descripción de ambientes tétricos que, de por sí mismos, conceden un dejo
de suspenso a las narraciones de hechos paranormales que son clasificados como sucesos insólitos y del más allá, debido
a que las mismas historias están contextualizadas en sitios desolados o sombríos,
como catacumbas, cementerios, galerías mineras o casas abandonadas, ámbitos que
provocan un sensación de temor a lo desconocido o sobrenatural que ha
acompañado a la humanidad desde tiempos remotos, como una condición genética
que nos heredaron los animales prehistóricos.
Es
evidente que el género de terror, que forma parte de la literatura fantástica y
gótica, tiene la propiedad de causar susto o miedo en el lector, a partir de
elementos que juegan con la fantasía, los sentimientos más fuertes y primitivos
del ser humano. El autor, durante el proceso de creación de su obra, imagina
personajes y ambientes que permitan desarrollar una historia que, revestida de
realismo y verosimilitud, penetre en la fantasía del lector como si de veras
estuviese envuelto en una atmósfera de misterio, permitiéndole experimentar
sensaciones emocionales vinculadas a una secuencia de hechos que le causan
zozobra y espanto, aunque la historia narrada no sea más que una invención
ficticia capaz de confundirse con la realidad cotidiana de una sociedad.
En
estos cuentos, escritos sobre la base de factores sobrenaturales, ambientes
inquietante y personajes repulsivos que provocan sensaciones de miedo en el
lector, se retratan a las almas condenadas, a los fantasmas sin nombre ni
rostro, a los asesinos en serie, a los monstruos infernales y a los animales
creados por el imaginario popular, con descripciones estremecedoras y escenas
espeluznantes, donde andan sueltos los reaparecidos, brujas, vampiros, hombres
lobos, mutantes y una serie de personajes con atributos ajenos a los que poseen
los simples mortales.
La
literatura de terror, muchas veces denominada literatura gótica, se caracteriza
por ser un género relacionado con el miedo, como si se quisiera explorar el
lado oscuro de la naturaleza humana, a partir de acontecimientos que contienen
elementos psicológicos o psicoanalíticos, comunes al género humano,
indistintamente de la época, condición social y tradición cultural a la que
pertenece el lector. Los cuentos de espanto y aparecidos no distinguen
fronteras ni nacionalidades, debido a que son narraciones que llegan, con la
misma fuerza, a los lectores que gustan y disfrutan leyendo cuentos que
estimulan la imaginación y despiertan los instintos de horror ante los
fenómenos que no tienen asidero en el pensamiento lógico y racional. Sin
embargo, pese a las críticas por su inverosimilitud y sus escenas de sangre,
son leídos con la misma avidez tanto en Oriente como en Occidente, tanto en
África como en América.
En
los últimos años se ha incrementado la edición de libros de terror destinados a
los adultos, niños y jóvenes, razón por la que es necesario aproximarnos a
algunas de las características de esta temática, que cada vez tiene más autores
y autoras que abordan la temática del terror desde distintos puntos de vista.
Los libros de terror, por su propia naturaleza, están basados en elementos fantásticos y, casi siempre, en fenómenos sobrenaturales y extraordinarios, con la intención de horrorizar al lector, tocándole las partes más sensibles de su ser, con historias que parecen emergidas de ultratumba o llegadas del más allá, del otro lado de la vida, donde se producen hechos escabrosos y sobrenaturales, cuyos sucesos aceleran la adrenalina y ponen la piel de gallina.
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