DOS
HISTORIAS DE AMOR EN TATUAJE MAYOR
La
novela juvenil de Gaby Vallejo Canedo, Tatuaje
mayor, le permite al lector reconocerse en sus páginas, cuya temática se
mueve sobre dos andamios que narran las historias de vida y de amor, por una
parte, de la difunta abuela y, por otra, de la nieta de diecisiete años de
edad, que se yuxtaponen a lo largo de la novela, aunque las historias están
contextualizadas en tiempos y espacios diferentes.
Toda
la novela comienza el día en que Ylonka entra en el cuarto de su abuela, donde
encuentra una caja que contenía un fajo de papeles escritos a pulso, con pluma
y tinta morada, metidos en un extraño álbum de cuero. Los papeles son una
suerte de diario que su abuela escribió en su adolescencia, registrando la
relación romántica, recatada e inocente que sostuvo con Antonio Eguez, un
muchacho de familia humilde, a quien ella llamó Lucero misterioso. Se trata de una relación amorosa distinta a la
que mantiene su nieta Ylonka con Andrés, quien prefiere mantener en secreto sus
señas de identidad y los antecedentes de su vida familiar.
Según
la confesión que dejó la abuela, es fácil deducir que el romance entre un
hombre y una mujer era más sentimental y recatada a mediados del siglo XX, en
la que un beso era un acto premeditado y hasta una demostración de amor
envuelto en un halo de misticismo y hasta de cierto temor. En cambio, la
relación amorosa de las muchachas del presente, donde las relaciones humanas y
los conflictos sociales son algo distintos, es más espontánea, relajada y
directa, con menos temores y prejuicios que en la pasada centuria.
Ambas
historias tienen sus propias particularidades, marcadas por el contexto
sociocultural, la época y las costumbres que caracterizan a dos mentalidades y
comportamientos diferentes, pero son similares cuando se trata de desnudar los
sentimientos universales como el amor y el desamor. En este contexto, los
sentimientos de la abuela y de la nieta son similares, porque corresponden a
instintos naturales que son universales. Por lo tanto, la autora nos da a
entender que el amor no conoce límites ni está determinado por condiciones
socioeconómicas o, dicho de otro modo, cuando llega el amor, llega sin avisar y
mientras menos se lo espera.
La
nieta lee los papeles de la abuela, página tras página, y se comunica
imaginariamente con ella, como si todavía estuviese viva, como si sus almas,
experiencias y vidas formaran parte de un mismo puente. Ylonka está empeñada en
descubrir las emociones de alegría y las dificultades que le planteaba su
relación con un muchacho de una condición social modesta, sin muchas oportunidades
de estudio ni prosperidad, hasta el día en que el Lucero misterioso realiza un viaje a Santa Cruz para no retornar
más, haciendo que la distancia y el olvido conviertan el apasionado amor en un dulce engaño, con promesas e ilusiones
rotas por el destino.
Desde
un principio se advierte que la relación amorosa de la nieta es distinta a la
que mantuvo la abuela, porque en una sociedad moderna y globalizada, a
diferencia de lo que ocurría en el pasado, aparecen fenómenos sociales, como
son las tribus urbanas, que
determinan el pensamiento y la conducta de los jóvenes y adolescentes.
Esta
novela juvenil demuestra que su autora, conocida por sus novelas destinadas a
los lectores adultos, es capaz de sorprendernos con obras infantiles y
juveniles, que están elaboradas a partir de un amplio conocimiento pedagógico,
cuyos instrumentos educativos sirven para transmitir enseñanzas de vida a los
jóvenes lectores que necesitan de escritores/as que cuenten historias que les
toquen las fibras más íntimas y los convoquen a una reflexión individual y
colectiva.
Gaby
Vallejo Canedo nos entrega, con la misma entereza y convicción de siempre, una
obra que vale la pena ser leída por su temática y su fuerza literaria, pero
también por el mensaje aleccionador de humanismo, luchas y esperanzas. A los
lectores solo les queda disfrutar de su escritura que, sin didactismos ni
moralejas, permite aprender de su experiencia personal y su manera de contar
historias dignas de ser promovidas dentro del sistema educativo, como si estas
formaran parte de nuestras propias vidas, ya que los relatos amorosos tanto de
la abuela como de la nieta reflejan los sentimientos más profundos que
experimentan las personas en su adolescencia, cuando asoma por primera vez el
amor, con sus luces y sus sombras, dejando sus tatuajes en la mente y el
corazón.
El libro tiene varias facetas que pueden ser aprovechadas por los educadores para entablar discusiones sobre temas que conciernen a los alumnos de educación media. No pocos de ellos se identificarán con las emociones, los secretos y la problemática de los protagonistas, que son seres arrancados de una realidad social conocida por quienes viven en urbanizaciones cosmopolitas como Cochabamba, donde las pandillas, cuya presencia no pasa desapercibida en las calles céntricas de la ciudad, buscan distinguirse del orden social dominante y desafiar los códigos culturales como un mecanismo de descontento y rebelión.
El
libro, a través del relato de la nieta, que conversa con su abuela, ya
fallecida, a partir de un diario que ella escribió en su adolescencia, retrata
los amores entre adolescentes , que se inicia de manera ingenua e
incondicional, pero también la historia de una familia de clase media y
socialmente disfuncional de la que proviene el enamorado de la nieta, Andrés
Pereira Cuba, con una madre alcohólica y un padre ausente en su vida; una
existencia con vacíos emocionales que lo empujan a buscar refugio, respeto y
reconocimiento en una pandilla dedicada a actividades ilícitas en el underground (subterráneo), donde no interesan los apellidos
familiares ni las condiciones sociales, salvo que el nuevo miembro esté
interesado en integrarse a la pandilla, porque cuando un adolescente se une a
un grupo es porque, de manera consciente o inconsciente, se identifica tanto
con el pensamiento de sus miembros como con sus símbolos.
Al
lector le queda claro que el enamorado de Ylonka, un muchacho que se dedica a
tatuar signos e imágenes en la piel de los clientes, como a ella le tatuó en
una zona sensible de su cuerpo, es miembro de una agrupación marginal, cuyos
integrantes se resisten a las normativas de la sociedad tradicional, pero que,
al mismo tiempo, emprenden un modelo de subcultura, propia del capitalismo en
su fase de crisis y descomposición, donde no faltan los seres insensatos
involucrados en el acoso sexual, la violación grupal y el tráfico de órganos
humanos.
Las
tribus urbanas son, en esencia,
agrupaciones de adolescentes en la sociedad contemporánea, organizadas en
pandillas o bandas citadinas que comparten un universo de intereses comunes
contrarios a los valores socioculturales de la sociedad normalizada, mediante
códigos y conductas subyacente a la cultura oficial o hegemónica, con
identidades compartidas de manera grupal y expresadas a través de ciertos hábitos
y comportamientos que los diferencia del resto por su estilo de vida, que se
exteriorizan por medio de la ropa, gusto musical, lenguaje, maquillaje, danza y
símbolos tatuados en la piel, incluidos el consumo de drogas y alcohol.
La
lectura de Tatuaje mayor, con toda la
carga psicosocial implícita en el modus vivendi de los personajes, ayuda no
solo a desentrañar el complejo mundo de ciertas familias que, a veces, está
oculto entre las cuatro paredes del hogar, sino también a comprender mejor el oscuro
mundo de los pandilleros.
A
pesar del desenlace trágico del enamorado de Ylonka, quien es asesinado en una
reyerta de pandillas, la autora nos deja el mensaje de que la vida sigue su
curso y que las esperanzas no se pierden jamás. Aquí es donde la voz de la
abuela, que Ylonka parece escuchar como cada vez que estaba triste, le dice: Resiste. Los sufrimientos solo sirven cuando
van a construir algo. De modo que al final, a la protagonista principal de
la novela no le queda otra alternativa que abrazarse a su guitarra, como si
fuese un instrumento que ayuda a superar las penas y la pérdida de los seres
queridos, para acceder a canciones poéticas interpretadas por voces
privilegiadas como la de Andrea Bocelli.
Este
libro es un buen ejemplo de que la literatura juvenil puede cumplir una función
terapéutica para los adolescentes que buscan una luz de esperanza en un túnel
oscuro que se presentan en algún momento de sus vidas. Las historias narradas,
con sus ilusiones, dificultades, dramatismos y esperanzas, son elementos que
ayudan a respirar aires que, después de las desilusiones y la muerte, recuerdan
que la vida sigue su marcha y que uno no tiene el porqué desmayar ante las
vicisitudes que, una y otra vez, se manifiestan como tatuajes plasmados en la mente,
la piel y el corazón.
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