POESÍA FUERA DE FRONTERAS
Estos versos, escritos con la mano en el pecho y la mente lúcida, son en
parte el reflejo de la etapa más sombría de la historia contemporánea de un
país, cuyas dictaduras militares, a tiempo de sembrar el pánico y la violencia
bajo el lema de lucha contra el terrorismo de izquierda, desencadenaron una
represión insensata contra sus opositores, motivados por la clara convicción de
liquidarlos físicamente, flagelarlos en las cámaras de tortura y lanzarlos a la
diáspora del exilio sin más consuelo que la esperanza.
Así, los primeros bolivianos llegados a Suecia en calidad de refugiados
políticos, a partir de los años ’70 y ’80, trajeron consigo un rico bagaje
cultural y una experiencia que pronto se plasmó en obras literarias tanto en
verso como en prosa. De este modo, la literatura boliviana, parte integrante de
la robusta columna vertebral de la vida cultural del país, ha trascendido las
fronteras nacionales y se ha difundido allí donde sus promotores sentaron sus
bases de residencia.
A este contingente de exiliados, con el transcurso de los años, se sumó la
ola de emigración económica que, motivada por el afán de buscar nuevos y
mejores horizontes de vida, ayudó a fortalecer la presencia boliviana en
Suecia.
La elaboración de un compendio general, aparte de mostrar los avances de la
poesía escrita por bolivianos (as) residentes en Suecia, sirve no sólo como un
documento de época, sino también como un punto de referencia para quienes están
interesados en conocer algo más de la literatura boliviana creada fuera de
fronteras.
No es casual que el discurso de estos poemas trascienda el espíritu
boliviano en el exilio. Los versos hablan del desarraigo, la nostalgia y las
hostilidades de un mundo cada vez menos ancho y más ajeno. Aquí es donde la
poesía, con mayor o menor destreza técnica y lingüística, constituye un
testimonio tanto personal como colectivo.
La poseía, leída desde esta perspectiva, es una herida abierta en la vida
nacional, un grito de protesta de quienes no se resignan al silencio ni a ser
los sempiternos desplazados en la cola de la historia. Y, lo que es más
importante, algunos de estos poetas, acaso sin saberlo, son los encargados de
representar a Bolivia en el mapa de la literatura latinoamericana en Suecia.
Por otro lado, es interesante observar que estas composiciones, aparte de
estar salpicadas de metáforas y figuras de dicción, se caracterizan por el uso
de voces y giros idiomáticos propios de un país multilingüe y multicultural. De
ahí que los bolivianismos insertados en varios de los poemas, como
interferencias naturales y hasta necesarias, son elementos complementarios del
proceso de versificación que culmina en el instante de la revelación.
Si bien es cierto que hay versos referidos a la cosmogonía andina, a los
dioses tutelares del cielo, la tierra y el subsuelo, es también cierto que hay
otros referidos al paisaje y la topografía, donde el macizo andino es tan
deslumbrante como los valles, las selvas y los llanos; no en vano Bolivia es un
país multifacético, una suerte de caleidoscopio en el corazón de América
Latina.
A los versos intimistas, que afloran desde lo más hondo del alma, se suman
los versos escritos con explosión expresiva, donde los mineros son la fuerza
combativa y los campesinos los herederos del hambre desde que los
conquistadores irrumpieron en sus tierras llevando armas en el cuerpo y
mentiras en la lengua.
Asimismo, están presentes los temas inspirados, así sea en menor grado, por las
experiencias adquiridas en el país que los acogió de manera transitoria o
permanente, pues a través de la escritura nos dan cuenta de su modus vivendi;
de sus silencios y protestas, de sus sueños, amores y esperanzas, de su apego a
la vida y su odio contra los atropellos de lesa humanidad; ellos son quienes le
ponen la palabra al sentido común y en ellos se sintetiza el sentir popular.
En este libro, sin más pretensiones que las inherentes a un trabajo honesto,
está compendiada la poesía boliviana publicada en las tres últimas décadas en
Suecia. Es una selección sencilla pero significativa, sobre todo, si se trata
de difundir la literatura de un país que, por los avatares del destino y la
desinformación, es mucho más conocido por los golpes de Estado, el narcotráfico
y la inestabilidad política; una imagen nacional que, a despecho de su
grandeza, no siempre corresponde al valor de sus recursos naturales y su
riqueza cultural.
Debo aclarar que, en el proceso de elaboración de este volumen, no he
manejado los parámetros propios de una obra antológica, que en principio
considera el oficio escritural del autor y el valor estético de la obra
seleccionada, sino el criterio de mostrar un panorama general de la poesía
boliviana en Suecia, incluyendo a los autores que tienen uno o más poemarios
publicados. Lo contrario hubiera implicado registrar sólo a quienes, con
legítimo derecho, destacan en el contexto de la poesía boliviana contemporánea
y cuyas obras son dignas de ser tomadas en cuenta en las antologías de poesía
latinoamericana.
El libro, que contó con el respaldo de José Vargas, secretario de cultura de
la Federación Nacional de Asociaciones Bolivianas en Suecia, reúne a los
siguientes autores: Efraín Arizcurinaga (La Paz, 1925), Héctor Borda Leaño
(Oruro, 1927), Javier Claure Covarrubias (Oruro, 1961), Edgar Costa (La Paz,
1943), Iván Decker Molina (Cochabamba, 1946), María Joaniquina (Oruro, 1957),
María Miranda (La Paz, 1957), Yarko Rhea Salazar (La Paz, 1956), Edwin Salas
Russo (Casarabe, 1954), Rodolfo Siñani Paz (La Paz, 1939), María Luisa Umboni
(Cochabamba, 1947), Olga Vásquez de Arizcurinaga (La Paz, 1927) y Galia Yaksic
(Oruro, 1971).
Ahora sólo queda aguardar que se sumen nuevas voces al quehacer poético
boliviano en Suecia, donde ya se fijó la primera piedra de toque, a partir de
la cual pueden proyectarse otras iniciativas tendientes a rescatar lo más
significativo de la literatura boliviana escrita en la diáspora de la
emigración y el exilio.
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