LOS FLAMANTES EDIFICIOS DE LA
UNIVERSIDAD NACIONAL SIGLO XX
El primer día que me encontraba
de visita en Catavi, en la antigua Casa Gerencia, me vi sorprendido por unos
edificios que se construían entre gritos a voz en cuello y al ritmo de cumbias
y bachatas, sin considerar que el estridente bullicio perturbaba la paz de los
vecinos. Luego me informé de que estos edificios, parecidos a los que los niños
construyen en sus juegos, con palitos de fósforos y ladrillos de lego,
formarían parte de la Universidad Nacional Siglo
XX, cuyo plantel administrativo, ante la falta de ambientes en las
poblaciones aledañas, decidió apostar un considerable presupuesto en la
construcción de esta importante infraestructura educativa, que constituiría una
suerte de orgullo para los lugareños, quienes jamás dejaron de pensar en que la
educación es uno de los caminos que conduce hacia el progreso y la liberación
de un pueblo.
A medida que transcurrían los
días, pude advertir que estos edificios, mientras se alzaban en dirección al
cielo, tenían a los albañiles caminando en las alturas como malabaristas de
circo, jugándose la vida a cada instante y desafiando la ley de la gravedad,
con los pies en el vacío y desprovistos de indumentaria adecuada. Es decir,
trabajaban sin equipos de seguridad laboral ni técnica, ya que no se
desplazaban sobre andamios ni llevaban correas ni arneses para evitar un
accidente que podía costarles la vida.
En honor a la verdad, sólo
algunos usaban cascos de protección, muy parecidos a los que en otrora usaban
los técnicos de la Empresa Minera Catavi. Otros, los más intuitivos y
precavidos, llevaban a cuestas una bolsa para herramientas que, sujeta a la
cintura con un grueso cinturón, les permitía tener a mano las herramientas de
construcción, como el martillo, desarmador, pinzas, amarrador, plomada, cincel,
espátula, escuadra y flexómetro dividido en centímetros y milímetros, y, como
es natural, un cordel para materializar una línea recta sobre una parte de la construcción
en curso.
Aun sin tener demasiados
conocimientos en materia de arquitectura, entendía que el arquitecto era un
profesional que se encargaba de proyectar, diseñar y dirigir la construcción de
edificios, junto al maestro de albañilería que, a su vez, dirigía a los peones,
dedicados al oficio de la construcción, reforma, renovación y reparación de
viviendas y edificios, para cuyo efecto hacían uso de diversos materiales como
el cemento, la arena, los ladrillos, la cal y otros, con el único propósito de
poner de pie un establecimiento de gran envergadura, como era el caso de la
universidad obrera que, al fin y al cabo, sería la expresión de la
determinación de los trabajadores y el pueblo, que deseaban tener una institución
educativa que representara a una población minera, que tenía una magnífica
historia desde que empezaron a explotarse los yacimientos de estaño en las
montañas de Llallagua y Siglo XX.
Acercase a esas construcciones,
ascendiendo o descendiendo por una sinuosa ladera, era someterse a un inminente
peligro; primero, porque la empresa constructora no cumplía con las medidas de
seguridad para evitar que sus trabajadores corran el riesgo de perder la vida
por un simple descuido y, segundo, porque no se veía por ningún lado retroexcavadoras,
grúas ni vallas perimetrales, que separan la construcción de los espacios
públicos, para guardar la seguridad de los transeúntes que pasaban y repasaban
cerca de las obras en construcción. Sin embargo, se podía advertir la
existencia de casetas para los vestuarios y el depósito de herramientas, como
mezcladoras, mazos, palas, carretillas, cubos, serruchos, y una oficia para
guardar los documentos referentes a la obra, como los planos, cálculos,
memorias técnicas, etc.
A pesar de los altibajos y
contratiempos, propios en las provincias y ciudades intermedias, los flamantes
ambientes de la Universidad Nacional Siglo
XX seguían avanzando con la obra gruesa, hasta que llegó el periodo en que
se empezó con la obra fina. Entonces, los mismos albañiles, que antes parecían
malabaristas de circo, se ocupaban de blanquear con cal y yeso las paredes,
como maestros diestros en el manejo de una suerte de paletas triangulares, que
utilizaban para extender la pasta sobre las superficies guarnecidas, alisando y
comprimiendo la masa con el borde de la herramienta; en tanto otros, con las
ropas raídas y manchadas con los materiales de construcción, se encargaban de
sujetar los listones, puertas y ventanas, con grapas de metal disparadas por unos
instrumentos similares a las pistolas de clavos.
A mi retorno de la ciudad de La
Paz, después de un tiempo de ausencia, vi que los edificios estaban en su fase
final, al menos aquél donde se exhibía un enorme cartel con la fotografía del
rector de la universidad. Daba la sensación de que incluso intervenían otros
profesionales encargados de la obra fina; unos ponían las baldosas y tapices,
instalaban los lavabos, tazas de baño, puertas y ventanas; mientras otros se
hacían cargo de instalar el agua potable, los transformadores de electricidad y
los sistemas de seguridad contra incendios.
No cabe duda de que, al
finalizar de este costoso y necesario proyecto, la empresa constructora se
preguntará si los edificios cumplen con la idoneidad urbanística y la
funcionalidad que requiere un establecimiento educativo. Para los demás, que no
entendemos mucho sobre las técnicas empleadas en una obra arquitectónica plasmada
sobre una superficie terrestre, es suficiente que los edificios, además de que
su estructura estética sea digna de admiración y contemplación, cumplan con el
propósito de satisfacer las necesidades de los docentes, estudiantes y
administrativos de la Universidad Nacional Siglo
XX.
Estimado Victor, quisiera invitarte a que puedas escribir para la revista de Ciencias políticas de la UMSA "Politeia Boliviana" que estará dedicando un número a los 50 años de la muerte de Almaraz Paz.
ResponderEliminarEstán escribiendo y ayudando en la revista Mario Murillo, Alejandro Almaraz y Guillermo Marica ente otros.
Si estas interesado escribime a mi correo para que te mande más datos.
bodegapolitica@gmail.com
Atte: Luis Antonio (estudiante de Ciencias Políticas y encargado de la revista)
Y a la vez aprovecho para felicitarte por el gran trabajo que vas realizando.
Estimado Victor, quisiera invitarte a que puedas escribir para la revista de Ciencias políticas de la UMSA "Politeia Boliviana" que estará dedicando un número a los 50 años de la muerte de Almaraz Paz.
ResponderEliminarEstán escribiendo y ayudando en la revista Mario Murillo, Alejandro Almaraz y Guillermo Marica ente otros.
Si estas interesado escribime a mi correo para que te mande más datos.
bodegapolitica@gmail.com
Atte: Luis Antonio (estudiante de Ciencias Políticas y encargado de la revista)
Y a la vez aprovecho para felicitarte por el gran trabajo que vas realizando.